LA PALABRA DEL DÍA

Evangelio del día

Lunes, 29 de mayo de 2023
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Martes, 30 de mayo de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Miércoles, 31 de mayo de 2023
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como lo había prometido a nuestros padres – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Jueves, 1 de junio de 2023
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42

Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
«Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
« ¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».

Viernes, 2 de junio de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-25

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie de ti.»
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía, diciendo:
«¿No está escrito: “Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos” Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: “Quítate de ahí y tirate al mar”, no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».

Sábado, 3 de junio de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les respondió:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme».
Se pusieron a deliberar:
«Si decimos que es de Dios, dirá: «¿Y por qué no le habéis creído?» Pero como digamos que es de los hombres … ».
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Comentario al evangelio

Santos Marcelino y Pedro

Lecturas:

Eclo 44, 1. 9-13. Nuestros padres fueron hombres de bien y su nombre vive por generaciones.

Sal 149. El Señor ama a su pueblo.

Mc 11, 11-25. Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios.

La clave para entender la Palabra que el Señor nos regala hoy nos la da el versículo del Aleluya: Yo os he elegido del mundo —dice el Señor— para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

Este parece ser el significado de la maldición de la higuera, en la que no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. La higuera sin frutos es símbolo del templo cuyos vendedores echará Jesús.

Y representa a todos aquellos -de entonces y de ahora- que ofrecen a Dios un culto tan rico en hojas como pobre en frutos: misericordia quiero y no sacrificios (cf. Mt 9, 13).

Es una llamada a huir del fariseísmo de todos los tiempos. Con este gesto de Jesús expulsando a los que vendían y compraban en el templo, nos dice que El auténtico culto a Dios es en espíritu y en verdad, mediante una conversión interior y viviendo en la voluntad de Dios.

Y a este culto está llamada la comunidad cristiana, el nuevo templo de Dios: como piedras vivas que sois, formad parte de un edificio espiritual, de un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo (cf. 1 Pe 2, 5)… Os exhorto a que os ofrezcáis a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo, y agradable a Dios (cf. Rom 12, 1).

El nuevo templo de Dios ha de caracterizarse por ser casa de oración. Una oración parca en palabras (cf. Mt 6, 7) pero llena de confianza en el amor providente y gratuito de Dios. Una oración que refleje una fe sin reservas y se traduzca en una vida de auténtica comunión fraterna, que llegue hasta el perdón y la misericordia.

Y se exprese en la alabanza, que es el eco de la presencia del Señor y de su Espíritu en el corazón del creyente. Lo hemos cantado en el Salmo: cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles… alabad su nombre con danzas… porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

otro Comentario

Mc 11, 11-25. “Se puso a echar a los que vendían”. Jesús nos manifiesta hoy un carácter fuerte. Reacciona violentamente contra los vendedores del templo, contra aquellos que convierten la religión en un negocio personal. También maldice la higuera estéril. Es una enseñanza para que descubramos la necesidad de que nuestras vidas sean fecundas, produzcan frutos. En esa fecundidad está la bendición de Dios. Pero, junto a estas acciones duras, el Señor nos invita a la oración confiada a Dios Padre. Como solemos decir “la oración mueve montañas”. Es cierto, la oración puede cambiar cosas que nos parecen inamovibles, sobre todo nuestro corazón. Una condición previa a la oración es el perdón. Jesús nos llama a perdonar de corazón al hermano. Así Dios nos perdona también a nosotros. Pidamos a Dios la fecundidad y el perdón para nuestras vidas.

6 abril. Jueves Santo
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.
Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».

Salmo

Sal 115, 12-13. 15-16. 17-18
R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

comentarios al evangelio

Miércoles de Ceniza (por Jaime Sancho Andreu)

(22 de febrero de 2023)

Historia de esta celebración

Desde tiempos de san Gregorio Magno (siglo VI), inaugura este día en Roma la santa cuarentena; antes comenzaba la Cuaresma el primer domingo, pero se extendió al miércoles anterior para que hubiese cuarenta días de ayuno hasta la Pascua, descontando los domingos. En el siglo XI, habiendo caído en desuso la penitencia pública, el Papa Urbano II recomendó la imposición de la ceniza a todos los fieles como signo distintivo de la inauguración de la Cuaresma.

Lo que nos dice ahora este día: Reconocer nuestra situación ante Dios

El mensaje que recibimos está perfectamente fundado en las tres lecturas propias de este día, como se explica en las moniciones que figuran a continuación; todo él se resume en las oraciones de bendición de la ceniza: “Derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo”, “Así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida nueva de tu reino”.

La imposición general de la ceniza muestra el carácter social del pecado, suma de todos los pecados personales, conocidos u ocultos. Las prácticas cuaresmales recomendadas son la mayor escucha de la Palabra de Dios, junto con la oración, el ayuno y la limosna; concluyendo en una celebración del sacramento de la Penitencia que nos lleve, al final del camino cuaresmal, a encontrarnos con la gracia del perdón y a participar en la Eucaristía pascual con el ánimo renovado.

En el evangelio, Jesús enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la misma: la oración, relación con Dios; la limosna, relación con el prójimo, y el ayuno, relación con uno mismo. La oración es imprescindible para el discípulo de Cristo; la limosna es expresión de sincera caridad y el ayuno muestra la conversión a Dios.

Como nos ha dicho el Papa Francisco en su mensaje cuaresmal  para este año “La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz”,

El ayuno y la abstinencia cuaresmales

Conviene recordar una vez más que el ayuno está prescrito solamente el miércoles de ceniza y el viernes santo y que está recomendado el sábado santo hasta la vigilia pascual, y que compromete a los fieles desde la mayoría de edad hasta los cincuenta y nueve años cumplidos; mientras que la abstinencia de carne corresponde ejercitarla  el miércoles de ceniza y los viernes de cuaresma desde los catorce años. Eso no impide que también a los niños se les inicie en esta práctica y aprendan su sentido de educarnos para saber abstenernos del pecado.

MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Joel 2, 12-18: El profeta Joel describe la liturgia penitencial del “Día de la expiación” en el antiguo Israel, y pide al pueblo de Dios que rasgue su corazón y no los vestidos. La penitencia tiene su pleno sentido cuando se convierten las voluntades de las personas. Convertirse es volver a Dios con ánimo firme y sincero. Contestaremos a la palabra de Dios con el salmo penitencial por excelencia: “Misericordia, Señor, hemos pecado”.

Segunda lectura. 2 Corintios 5, 20-6. 2: San Pablo considera la conversión auténtica como una tarea permanente cuando dice: “Dejaos reconciliar con Dios” porque nuestro tiempo es breve, y la Cuaresma es tiempo de gracia y salvación. La reconciliación consiste en recomponer la relación rota o debilitada entre nosotros y Dios, entre nosotros y los hermanos.

Evangelio de Mateo 6, 1-6. 16-18: Jesús enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la misma: la oración, relación con Dios; la limosna, relación con el prójimo, y el ayuno, relación con uno mismo. La oración es imprescindible para el discípulo de Cristo; la limosna es expresión de sincera caridad y el ayuno muestra la conversión a Dios.

comentario al evangelio de viernes santo

Ayuno y abstinencia

Lecturas:

Is 52, 13-53, 12. Desfigurado, no parecía hombre ni tenía aspecto humano.

Sal 30, 2.6.12-17.25. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

Heb 4, 14-16; 5, 7-9. Experimentó la obediencia y se ha convertido en causa de salvación para todos los que obedecen.

Jn 18, 1-19, 42. Está cumplido.

Continuamos celebrando el Misterio Pascual: misterio del amor de Dios. Hoy contemplamos a Jesucristo crucificado, el más bello de los hombres, en cuyos labios se derrama la gracia (cf. Sal 44, 3). Él es el centro de la liturgia de hoy.

No es un día de luto. El color litúrgico es el rojo, color de mártires. Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos.

¿Qué nos dice hoy Jesucristo crucificado?

– Que Él es el que ha tenido amor hasta dar la vida por sus amigos, e incluso por sus enemigos. Hasta ahí llega el amor de Dios. Nadie te ama como Él. Te invita a dejarte amar por Él.

– Que tus pecados están perdonados. Todos están clavados en la cruz y lavados con su sangre. Te invita a entregarle tus pecados y a acoger su perdón y su misericordia.
Que ya estás salvado. La salvación no se gana, se acoge. Hay uno que ha pagado por ti. Te invita a dejar que Jesucristo sea Señor de tu vida.

Que tomes tu cruz y entres en ella con el Señor. Si huyes de la cruz, acabarás huyendo de Jesucristo.

Que seas Cireneo, que ayudas a llevar la cruz de los hermanos.

Que como María, y las mujeres acompañes a Jesús hasta el final, con amor, con ternura, en silencio. Sin entender muchas veces, pero confiando.

– Te invita a darle gracias a Dios por tu cruz.

Nadie te ama como Él. No estás solo. Cristo vive.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio

Jn 14, 21-26. “El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo”. El Señor nos va preparando para el gran don del final del tiempo pascual, el don de su Espíritu Santo. Jesús nos manifiesta de manera sencilla en qué consiste la vida cristiana. Supone aceptar los mandamientos de Jesús y guardarlos. Esto nos introduce en una dinámica de amor con el mismo Jesús y con su Padre Dios, en la que Él mismo se nos revela. Esa revelación consiste en convertirnos en morada de su presencia. Dios viene a nosotros y para habitar en nosotros. Esto es una novedad tan grande que no es fácil de entender para sus discípulos. Por eso necesitamos el don del Espíritu que nos ayuda a entender todo y que activa nuestra memoria para que recordemos todo lo que Jesús nos ha enseñado. Hemos de prepararnos para acogerlo de nuevo y ser dóciles a Él.

4 junio. la santísima trinidad
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9

En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».
Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra. Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

Salmo

Dn 3, 52-56
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13

Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

comentario al evangelio del domingo

El Dios de amor y de paz (por Jaime Sancho Andreu)

(Santísima Trinidad -A-, 4 de junio de 2023)

El sentido de esta solemnidad.

Terminado el gran ciclo de los tiempos fuertes del año litúrgico, desde el Adviento y la Navidad hasta las fiestas pascuales, la festividad de la Santísima Trinidad nos hace confesar la fe en la totalidad de la obra de la salvación tal como lo hacemos en el Credo: a partir del Padre, por el Hijo y en el Espíritu Santo.

Siguiendo los tres ciclos de lecturas, se pone de relieve respectivamente a cada una de las divinas personas; y así este año “A” nos fijamos más en la persona del Padre, fuente de toda la divinidad y en la revelación de su amor por medio del Hijo y el Espíritu Santo.

La devoción a la Santísima trinidad se inició en el siglo X, y a partir de esta época se fue también difundiendo su fiesta litúrgica, entrando en el calendario romano en 1331. Si bien desde el comienzo del cristianismo la oración litúrgica se ha dirigido al Padre, por mediación del Hijo y en el Espíritu Santo, y el mismo Jesús hablo de Dios como una comunión de amor y manifestó el misterio de la unidad de las tres divinas personas, lo original de esta fiesta es honrar específicamente a Dios sin tener como motivo un acontecimiento salvífico o la memoria de un santo. Tal como dice la oración colecta, se trata de “profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa”.

Después de que los grandes concilios ecuménicos celebrados en Oriente definieran la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, la antigua Iglesia hispánica, en los siglos V al VII, enseñó magníficamente la fe trinitaria, sobre todo en los concilios de Toledo, y de su liturgia procede el prefacio propio de esta solemnidad. Es consolador saber que nuestro Dios es “uno solo, pero no solitario” (Concilio VI de Toledo, año 638), amor puro que sólo busca darse de forma gratuita y creadora y llevarnos a participar en su unidad vital eterna.

Las lecturas de este año A: El Dios del amor y de la paz.

La Antigua Alianza, como muestra la primera lectura, no sabe nada todavía del misterio íntimo de Dios, de su Trinidad de vida y amor, pero tiene, como muestra Moisés en la primera lectura que hoy se proclama, un profundo sentido de la libertad interior de Dios, de su poder y de su plenitud de vida, que se expresa ante el pueblo en todos los atributos que se reconocen a Dios: él es “compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad” (Éxodo 34, 6; Primera lectura). Se le puede pedir a Dios que se digne caminar con el hombre, ayudar a su pueblo, perdonar su culpa y su pecado. No se puede influir mágicamente sobre Dios, sólo podemos confiar en las cualidades divinas, como lo hizo Israel desde siempre, poniéndose en sus manos: “Tómanos como heredad tuya” (Éxodo 34, 9).

La revelación de Dios en Jesucristo

Con la encarnación del Hijo eterno del Padre Dios, la vida íntima de Dios se revela al mundo, para que éste pueda tener parte en ella, entrando en el eterno círculo del amor de Dios. En la segunda lectura, los cristianos recibimos la revelación del Dios trinitario, “el Dios del amor y de la paz”, que son los dones que nos deseamos al saludarnos en la Iglesia, como hacemos cada día al comenzar la celebración de la Eucaristía (2 Cor 13-12-13; Segunda lectura).

Pero sólo el Evangelio nos permite entrever las auténticas dimensiones del amor divino. Jamás podríamos haber imaginado que el Padre eterno, que volcó todo su amor en el Hijo, amara tanto al mundo creado que llegara incluso a entregar por el a su Hijo predilecto, a las tinieblas del abandono de Dios y a los tormentos de la cruz. De este modo, el Hijo muestra todo el amor del Padre amando “hasta el extremo” (Juan 13, 1). El amor del Padre y del Hijo se revela en esta entrega como un único amor: en el Espíritu Santo. Es una revelación consoladora saber que hay un Padre que nos ama a todos por igual y que esto da sentido a nuestras vidas. Esta es la verdad y la gracia de Dios, que sólo nos pueden ser reveladas por el Espíritu Santo. Esta es también la única verdad sobre el hombre, cuando este pretende acercarse a Dios en el amor.

LA PALABRA DE DIOS HOY

Primera lectura. Ex 34, 4b.5-6.8-9: La Antigua Alianza no tenía conocimiento del gran misterio de la divina Trinidad. Lo más importante de esta etapa de la revelación era la unicidad y espiritualidad de Dios, así como sus atributos de omnipotencia y misericordia. De este modo lo muestra hoy el libro del Éxodo.

Segunda lectura. 2 Corintios 13, 11-13: Los cristianos hemos recibido la revelación del Dios trinitario, el Dios del amor y de la paz, que son los dones que nos deseamos al saludarnos en la Iglesia, como hacemos cada día al comenzar la celebración de la Eucaristía.

Evangelio de Juan 3, 16-18: En su diálogo con Nicodemo, Jesús revela el amor inmenso e incomprensible del Padre, que da todo su amor al Hijo y luego lo entrega para la salvación del mundo pecador. Sólo el Espíritu Santo, amor en la Trinidad, nos puede revelar este misterio.

Otro comentario al evangelio del domingo

Pentecostés

Lecturas:

Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar.

Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

1Co 12,3b-7.12-13: Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.

Jn 20, 19-23. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo.

Celebramos hoy el día de Pentecostés. El misterio pascual culmina con el envío del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles. Pentecostés es la fiesta de la Nueva Alianza, con una ley escrita por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes.

Cincuenta días después de la Pascua, la Iglesia recibe el don del Espíritu Santo, el don más alto de Dios al hombre, el testimonio supremo, por tanto, de su amor por nosotros, un amor que se expresa concretamente como «sí a la vida» que Dios quiere para cada una de sus criaturas (cf. Benedicto XVI, Mens. JMJ 2008). El Espíritu Santo se nos da para nuestra santificación: para que vivamos identificados totalmente con Cristo y, para que, permaneciendo en Él, podamos dar fruto abundante.

El Espíritu Santo nos da sus dones para sostener y animar nuestra vida cristiana, nuestro camino de santidad. Estos dones son actitudes interiores permanentes que nos hacen dóciles para seguir los impulsos del Espíritu. Estos siete dones son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Son dones que no podemos conseguir con nuestro esfuerzo, sino que los recibimos gratuitamente en nuestro bautismo: la gracia santificante nos concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante sus dones (cf. Catecismo 1266.).

Por ello, la Palabra de Dios que proclamamos hoy te invita a vivir según el Espíritu y no según la carne, es decir: te invita a acoger en tu corazón esos dones del Espíritu y a vivir la vida nueva de los hijos de Dios.

Si aceptamos en nuestro corazón estos siete dones, y vivimos animados por el impulso del Espíritu siguiendo a Jesucristo como único Maestro y único Señor, los dones del Espíritu producen en nuestra vida doce frutos, que son la obra del Espíritu en nuestra vida. Estos doce frutos, según la Tradición de la Iglesia, son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad (firmeza, perseverancia), bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad (cf. Gal 5, 22-23).

La santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida… Invoca al Espíritu Santo y camina con confianza hacia la gran meta: la santidad. Así no serás una fotocopia. Serás plenamente tú mismo (cf. Francisco, GE 15, CV 107).

Es también el momento para preguntarnos qué estás haciendo con los carismas, que has recibido del Espíritu Santo, y que los has recibido para ponerlos al servicio de los demás en la Iglesia. Esos carismas no los puedes guardar para ti: no son tuyos. Los has recibido para que fructifiquen en favor de los demás.

¡Anímate! Dios te ama y quiere tu felicidad y te da la vida eterna. Ábrele el corazón para que el Espíritu Santo vaya realizando en ti la obra de la santidad.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13). Feliz Domingo de Pentecostés

Otro comentario al evangelio del domingo

Jn 20, 19-23. “Recibid el Espíritu Santo”. Pentecostés es la Pascua del Espíritu. Hoy se actualiza en toda la Iglesia la efusión de ese Espíritu que nos hace contemporáneos de los acontecimientos salvíficos llevados a cabo por Jesús. El Espíritu es el fruto granado de la Pascua, el gran don del Resucitado a su Iglesia. Hace presente la fuerza del amor de Jesús y de su perdón, disuelve todos los miedos y nos lanza a la misión, al anuncio del evangelio. Es el que nos conduce a la unidad en Cristo y fortalece la fraternidad entre todos los creyentes. Colma a la Iglesia y a cada uno de nosotros con sus dones para que sirvan al bien común. Vivamos con agradecimiento este regalo extraordinario y no desaprovechemos los carismas que suscita en la Iglesia. ¡Espíritu Santo ven! Haznos dóciles a tu acción en nosotros.

Nuestra Señora de los Desamparados

Patrona Principal de la Región Valenciana.
(Sábado antes del segundo domingo de mayo. 13 de mayo de 2023)

El origen de este título

En el principio de esta advocación están unos hechos ocurridos en Valencia el 24 de febrero de 1410, primer domingo de cuaresma, cuando el padre Juan Gilabert Jofré, comendador del convento de la Merced, entonces situado en la plaza de su nombre, se dirigía a predicar en la catedral de Valencia atravesando la plaza del mercado y un dédalo de callejuelas ocupado por los gremios de los tejedores de seda (velluters) y de los plateros.

El caminar del religioso vio alterado al descubrir a un pobre loco que estaba siendo apedreado por unos muchachos. La cruel escena no parecía conmover a los espectadores, pero el religioso de la orden redentora de los cautivos se interpuso entre los agresores y la víctima, defendiéndola y procurando que lo atendieran. Cuando llegó a la catedral, cambió el tema del sermón y describió vivamente lo que había presenciado y que era muestra del desprecio y agresiones que padecían los disminuidos psíquicos, llegando incluso a matarlos. La conclusión de la homilía fue la siguiente: “En la presente ciudad hay muchas obras piadosas y de gran caridad y sustentación; sin embargo, falta una que es de gran necesidad: un hospital o casa donde los pobres inocentes y furiosos sean acogidos”.

No en vano, el Padre Jofré había estado en Bugía, Oran y otros puertos del norte de África y en el reino islámico de Granada, donde pudo conocer los hospitales para dementes que existían en el mundo musulmán desde el siglo octavo, los Maristanes, más especializados en el cuidado de los enfermos que las casas para locos que había ya en Europa.

Al acabar el acto, en la misma Seo, un grupo de caballeros y burgueses se ofreció a poner en marcha esta obra, con tanta diligencia que al año siguiente, el 26 de febrero de 1410, el papa Benedicto XIII (el aragonés Pedro de Luna) dio por titulares y patronos del nuevo Hospital a los Santos Inocentes Mártires, “por se los únicos a los que la Iglesia tributa culto a pesar de no haber llegado al uso de razón”; fundación privilegiada por el rey de Aragón y de Valencia Martín I el Humano (15 de marzo de 1410) y confirmada por su sucesor Fernando I de Antequera (29 de agosto de 1414) bajo el título de la Virgen María de los Inocentes (Confraría de la Verge María dels Ignoscens).

Vemos, pues, como la obra caritativa se puso enseguida bajo la protección de María, invocada espontáneamente con un nuevo título, que fue reconocido por el rey Fernando el Católico (Privilegio real de 3 de junio de 1493): “Plugo al Señor Rey… que de aquí en adelante la dicha Cofradía se intitule la Cofradía de la Sagrada Virgen María de los Inocentes y de los Desamparados.” Se mantiene la ambigüedad del término “inocentes”, que por una parte designaba a los deficientes mentales pacíficos, a diferencia de los “furiosos” y, de modo general, a todos los enfermos psíquicos como carentes de conocimiento o juicio y, por otra parte, se refería a los niños asesinados por Herodes (Mt 2, 16-18), los Santos Inocentes, los cuales aparecen primero en el emblema de la Cofradía, adorando la cruz y, luego, a los pies de la imagen de la Virgen, como los vemos actualmente.

La imagen de la Virgen

Esta advocación va unida inseparablemente a la imagen que fue realizada antes del año 1426 en que figura ya detalladamente descrita en el inventario de la Cofradía. como titular de la Cofradía, pero que, reproducida infinidad de veces en pinturas, esculturas y grabados, polarizó desde entonces la devoción mariana de los valencianos. No podía faltar el embellecimiento de la leyenda que narraba la milagrosa labra de la imagen por unos ángeles materializados como artistas ambulantes, pero lo cierto es que está documentada su confección en material ligero, madera y cartón piedra, de modo que pudiera trasladarse fácilmente a las casas de los clavarios y pudiese colocarse yaciendo sobre los féretros de los mismos o de los desamparados a quienes aquellos daban piadosa sepultura, como los condenados a muerte y los náufragos cuyos cuerpos llegaban a la playa.

En la imagen original, la Virgen va revestida con túnica ceñida y una especie de casulla amplia, todo ello dorado. En la mano derecha lleva la azucena, en referencia a la Concepción Inmaculada, mientras que en la izquierda llevaba la cruz, sustituida luego por la imagen del Niño Jesús que es ahora el portador de la cruz como anuncio de la pasión y los dolores de los pobres desamparados, que prolongan los sufrimientos de Cristo que pide ser consolado en los más necesitados. Completan la imagen los niños inocentes arrodillados a los pies de la Señora y los ángeles, como referencia al origen milagroso de la imagen. El tipo icónico de la Virgen de los Desamparados se caracteriza posteriormente con la añadidura de la corona alta, en forma de tiara, del paño delantero que sirvió desde el principio para sostener las joyas y exvotos, y del manto de brocado.

La Real Capilla de la Virgen

La venerada imagen fue custodiada en una pequeña capilla junto al Hospital, llamada el Capitulet y, luego, fue expuesta en un retablo ubicado en una capilla abierta entre los contrafuertes del ábside de la Catedral, hasta que el 15 de mayo de 1667, reinando Carlos II, fue entronizada definitivamente en la Real Capilla adjunta a la Seo. El templo, de estilo barroco y con planta elíptica, figura un espacio abierto, como el claustro o patio de un edificio sobre el que aparece el cielo, representado en la cúpula. Esta representación se reforzó cuando esta gran estructura de cobertura fue pronto oculta por una segunda bóveda que fue magníficamente decorada al fresco por el pintor Antonio Palomino, el cual desarrolló la composición de una espiral ascendente, formada por los santos valencianos y culminada por la Virgen que intercede por sus hijos ante la Santísima Trinidad. Magnífica pintura que puede volverse a contemplar desde la fiesta del año 2003.

La extensión de esta advocación

El ejemplo del Hospital de Valencia, que es considerado el primer psiquiátrico de Europa, fue pronto imitado en Segorbe (1466), y la Madre amparadora fue entronizada entre otros lugares en el Hospital de Valladolid (1591) y en el de la Corona de Aragón, en Madrid (1592).

Los siglos XVII y XVIII fueron testigos de una gran expansión de la devoción a la Virgen de los Desamparados, como lo demuestra el templo erigido en Lima (Perú) por el virrey conde de Lemos en honor a “La siempre Virgen María, Madre de los Desamparados”, lo mismo que la presencia de imágenes copia de la original en Filipinas, la India, Costa Rica, San Juan y san Nicolás de Buenos Aires y otros lugares de América.

En los siglos XIX y XX, extendieron esta devoción los misioneros valencianos y las congregaciones religiosas, entre las que destacan la de las “Hermanitas de los ancianos desamparados”, fundada en Valencia por Santa Teresa Jornet Ivars en 1872, así como la de las “Madres de Desamparados y de San José de la Montaña” y de las “Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad”, fundadas respectivamente en el mismo siglo por la Beata Petra de San José y Santa María Micaela del Santísimo Sacramento; así mismo, en Medellín (Colombia) se fundó la congregación de Siervas del Santísimo y de la Eucaristía, que tiene como patrona a la Virgen de los Desamparados.

El culto a la Virgen de los Desamparados superó desde el principio el ámbito de su Cofradía, pero es en los últimos siglos cuando los Papas han sancionado su patronazgo, primero sobre la ciudad de Valencia por León XIII el 21 de abril de 1885 y, luego, como Patrona Principal de la Región Valenciana, actualmente Comunidad Autónoma Valenciana, por el Beato Juan XXIII el 10 de marzo de 1961. El Papa Pio XII elevó asimismo a la categoría de Basílica Menor la Real Capilla de la Virgen de los Desamparados el 21 de abril de 1948. Un hito excepcional en esta historia fue la solemne coronación canónica de la imagen original, realizada por el cardenal Don Enrique Reig y Casanova el 12 de mayo de 1923.       

La celebración de la fiesta anual

En este año 2023, la festividad culminará el Año Jubilar con ocasión del Centenario de la coronación de nuestra venerada imagen.

Durante este curso, las catequesis, el Congreso Mariológico y, en general, muchas de las actividades se han estructurado en torno a las tres alabanzas que se tributan a la Madre de Dios en el prefacio de la fiesta de los Desamparados: Modelo de escucha de la Palabra, consuelo en nuestro desvalimiento y estímulo constante para nuestra caridad.

La palabra de Dios en la Misa de la fiesta

De este modo, la fe de este pueblo creció iluminada por la devoción a la Virgen, de modo que el gran desarrollo de la advocación de Madre de los Desamparados acompañó a esta comunidad cristiana en su historia, dotándole de una dimensión comprometida con el prójimo más necesitado. Si “la fe se realiza en la caridad”, como enseña san Pablo (Gal 5, 6), esta devoción proclama y exige continuamente la coherencia de la vida cristiana, de modo que invita a acudir constantemente al encuentro del prójimo, objeto del amor de Dios Padre, unido a Cristo paciente y entregado por Jesús al cuidado de la Madre desde lo alto de la cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19, 26-27), como se lee en la Misa de la Solemnidad de la Virgen de los Desamparados.

No en vano, en esta ocasión y en las muchísimas celebraciones votivas con este título, se recuerdan las recomendaciones del Apóstol a los Romanos (12, 9-13) que comienzan con las palabras “Que vuestra caridad no sea una farsa” y terminan con “Contribuid en las necesidades del Pueblo de Dios; practicad la hospitalidad”. Es el magisterio constante de la liturgia de la Iglesia, recogido en la Misa propia de esta festividad, cuya liturgia de la palabra se inicia con Apocalipsis 21, 1-5ª, que anuncia la gloria de María, simbolizada por la nueva Jerusalén que desciende del cielo como una novia que se adorna para su esposo.

La presencia de María en la Iglesia hace que sintamos cómo esta Madre “enjugará las lágrimas de su pueblo”, de modo que “ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto ni dolor”. En el salmo responsorial aclamamos a María como a una nueva Judit: “Tu eres el orgullo de nuestro pueblo”, para escuchar luego las serias palabras de san Pablo y las de Jesús en la cruz, citadas antes, que nos llevan a no perder nunca de vista la dimensión generosa de la vida cristiana, que no se puede quedar en la mera efusión sentimental.

Es también la lección de la Madre que acoge a sus hijos en los momentos de desamparo, y así lo creen los fieles que tienen en este título y en esta imagen su asidero profundo cuando se sienten hundidos, y es el mensaje de la Madre solícita por todos los desamparados del mundo, que invita a abajarse hacia ellos, como lo hace ella, para ser dignos de su amor.

Jaime Sancho Andreu

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