LA PALABRA DEL DÍA

Evangelio del día

Lunes, 14 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 34-11,1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mi; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mi no es digno de mi; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi, la encontrará.

El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Martes, 15 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20-24

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.

Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.

Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.

Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Miércoles, 16 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-27

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños.

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Jueves, 17 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Viernes, 18 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

Los fariseos, al verlo, le dijeron:
«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».

Les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.

¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?

Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.

Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

Sábado, 19 de julio de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 14-21.

En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.

Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.

En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.

Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.

Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.

No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.

La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no lo apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones».

Comentario al evangelio de hoy

Martes, 15 de julio de 2025

San Buenaventura

Lecturas:

Ex 2,1-15a. Lo llamó Moisés, porque lo había sacado del agua; cuando creció, fue a donde estaban sus hermanos.

Sal 68. Humildes, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.

Mt 11, 20-24. El día del juicio le será más llevadero a Tiro, a Sidón y a Sodoma que a vosotras.

La clave para entender la Palabra que el Señor hoy nos regala nos la da el versículo del Aleluya: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor. No endurezcáis vuestro corazón.

El Señor, que te ama, te invita hoy a la conversión. Porque sabe que lejos de Él no tienes vida en plenitud.

Sufre por ti, porque sabe que cuando haces como el hijo pródigo y te empeñas en reclamar tu parte de la herencia para vivir según tus proyectos, según tus criterios, según tus planes… acabas como dice el salmo: me estoy hundiendo en un cieno profundo…, me arrastra la corriente…, yo soy un pobre malherido…

Por eso, esta conversión no es un moralismo, no es un simple cumplimiento de normas. No. Es algo mucho más profundo. Es una conversión a Jesucristo vivo, a vivir de la fe, a poder mirarlo todo con los ojos de la fe. A contemplar la obra que el Señor está haciendo en tu vida. A poder ver que Dios actúa también en tu historia; que también la tuya es una historia de amor y de salvación que está llena de milagros.

Una conversión a la humildad: Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.

Humildad que te lleva a salir de la autosuficiencia narcisista y autorreferencial y de la arrogancia para reconocer que todo es don; humildad que te lleva a aceptar tus pobrezas, tu debilidad y a entregárselas al Señor para que las sane; humildad para entrar en tu historia, la historia de tu familia, de tu juventud, de tu sacerdocio, de tu consagración religiosa… y encontrarte ahí con Jesucristo Resucitado que lo hace todo nuevo por el poder de su Espíritu.

Humildad para fiarte de que los criterios y los planes del Señor son mejores que los tuyos… Humildad de confiarte al amor de Dios, Amor que se vuelve medida y criterio de tu propia vida. Humildad para ser agradecido.

La fe se vive en la gratuidad y se expresa en la alabanza. La gratitud es la memoria del corazón.

Dejándolo todo, lo siguieron (Cf. Lc 5, 11b).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13)

Otro comentario al Evangelio

Mt 11, 20-24. “Recriminar a las ciudades”. La predicación de Jesús va acompañada de signos que expresan la liberación del mal, la recuperación de la vida que el Señor quiere para nosotros. La respuesta correspondiente a esta predicación y a estos signos debería ser la conversión. Pero Jesús se sorprende de que en algunos de los sitios donde ha estado no se hayan convertido y recrimina a las ciudades que tienen ese corazón endurecido. Son ciudades de Galilea: Corozaín, Betsaida, Cafarnaún. Frente a ella, Jesús dice que ciudades filisteas como Tiro y Sidón, o ciudades famosas por su vida pecaminosa como Gomorra, se habrían convertido al escucharlo. También nosotros hemos de pensar si la palabra de Jesús, si sus signos nos mueven a la conversión hoy, o si nos dejan impasibles porque ya los conocemos.

20 de julio. XVI Domingo de tiempo ordinario
Año Litúrgico 2025 (Ciclo C)

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 18, 1-10a

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».

Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».

Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».

Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.

Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».

Contestó:
«Aquí, en la tienda».

Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».

Salmo

Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 24-28

Hermanos:

Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria.

Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.

Evangelio del Jueves Santo

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

comentario

LA PARTE MEJOR

por Jaime Sancho Andreu

(16º Domingo ordinario -C-, 20 – Julio – 2025)

En tierras de Judea

Encontramos a Jesús en la última etapa de su viaje a Jerusalén, en una aldea cercana a la capital y siendo muy bien recibido en una casa que, por los otros evangelios, sabemos que era la de Lázaro en Betania. Estamos en la tierra de la Ley por excelencia, en la vecindad del Templo, y todo ello se refleja en la anécdota del Evangelio.

El valor de la hospitalidad

La historia de la salvación destaca frecuentemente el valor de la hospitalidad. Abrahán fue un buen ejemplo de esta virtud, mostrando una gran cortesía hacia los desconocidos que pasaban cerca de su campamento. Su invitación ritual: “Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo” (Génesis 18, 3; Primera lectura), está cargada de sentido sobrenatural. En efecto: Dios pasa a nuestro lado en la persona del prójimo; el Dios de Israel se aproxima a los hombres y no se puede dejar pasar la ocasión de obtener su favor. Abrahán recibió entonces la promesa de tener un hijo de su esposa legítima Sara.

Las dos hermanas

Del mismo modo, Jesús fue recibido hospitalariamente en la casa de Lázaro, Marta y María, ellos no le dejaron pasar de largo, y él les concedió el don precioso de su amistad y de su palabra; pero el Evangelio nos dice que las dos hermanas no estaban en la misma disposición para recibir su buena noticia: Marta, con su actividad y servicio absorbentes, no tenía tiempo para escuchar, mientras que María era total apertura ante la Palabra de Dios. Ellas representan las dos actitudes que encontró Jesús al llegar a la tierra santa de Judea. Al final Marta no puede aguantar más que la djen sola con su “diaconía” y pidió a Jesús que hiciese algo para que le ayudara.

El Señor es la parte de mi herencia

Jesús no riño a María, como le pedía Marta, sino que puso las cosas en su sitio al corregir suavemente a ésta: “Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán” (Lucas 10,42). En esta historia, Marta representa al sector del pueblo judío que deseaba ardientemente servir a Dios, pero que estaba tan obsesionado por cumplir la maraña de obligaciones legales o las complicadísimas y continuas ceremonias del templo de Jerusalén, que no les quedaba tiempo ni espacio en su mente para lo más importante: la llegada de Jesús para llevar  a su perfección el culto y la ley de israel.

Sin embargo, el resto del verdadero Israel, los verdaderos creyentes, supieron comprender el momento y la ocasión de Jesús e hicieron suya la exclamación del salmo 16,3:  “El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz; tú eres quien me garantizas mi lote”. En la partición de la tierra prometida entre las tribus de Israel, la familia sacerdotal de Leví no obtuvo ningún territorio, porque su parte era el Señor; su subsistencia dependía de su servicio en el Templo. Por eso el anónimo levita – con los mismos sentimientos que mostraba María ante Jesús – cantaba: “Mi Señor eres tú, no hay dicha para mí fuera de ti. Tengo siempre presente al Señor; porque está a mi derecha, no me moveré. Tú  me enseñarás el camino de la vida…” (Salmo 16, 2.8.11).

Tenemos la parte mejor

Nosotros somos ahora el pueblo sacerdotal de Dios, y él quiere que ejerzamos nuestro servicio (liturgia), en primer lugar escuchando a su Hijo, y luego comiendo – comunicando, comulgando – con él. El verdadero cristiano sabe que ha heredado la parte mejor y que debe aprovecharla, sin dejarse distraer por cuestiones humanas como pueden ser los sectarismos, los particularismos o la nimiedad en las reglas de vida y del culto. Debemos estar frente al Señor con sencillez, siguiendo las normas morales y religiosas con obediencia y humildad, sin quedarnos en ellas y pretender cumplirlas con tanta exactitud y magnificencia que acabaríamos por convertirlas en un fin. Lo más necesario es la salvación, aprender el camino de la Vida, y esta nos viene de Dios, con quien hemos de alcanzar una relación personal a través de la escucha y la imitación de Cristo hasta llegar “a la madurez de su vida” en él (Col 1, 28; Segunda lectura).

El “secreto” del cristianismo.

El seguimiento de Cristo se diferencia del de otros maestros del espíritu como ha habido en la historia en que no se trata de obedecer a una doctrina de alguien que ya pasó, sino de vivir implicados en él, compartiendo sus sufrimientos y los nuestros que Él hace suyos en el cuerpo de la Iglesia que lo tiene por Cabeza y Esposo. Y ello no sólo para un grupo selecto, sino para toda la humanidad. Ese el plan de Dios desde el comienzo que ahora ha sido revelado desde Jesucristo y los apóstoles inspirados por el Espíritu del Señor. Así lo proclama san Pablo: “Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a sus santos.

A éstos ha querido Dios dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria.

Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo” (Col 1, 24-28; Segunda lectura).

LA PALABRA DE DIOS HOY

Primera lectura y Evangelio. Génesis 18, 1-10a y Lucas 10,38-42: La virtud de la hospitalidad es propia de los pueblos de Oriente Medio desde la antigüedad; de ello fue buena muestra Abrahán en el episodio de Mambré. Jesús también era recibido con agrado en casa de Marta y María, y allí enseño de manera práctica a preferir sobre todas las cosas la relación directa con su palabra y con su persona por encima de las costumbres y las ceremonias.

Segunda lectura. Colosenses 1,24-28: El apóstol sufre y «completa en su carne los dolores de Cristo» a medida que va anunciando el Evangelio y surgen divisiones y contradicciones. Esta buena noticia, escondida anteriormente, es la plena incorporación de los gentiles a la Iglesia.

Otro comentario al evangelio

Viernes, 27 de junio de 2025

Sagrado Corazón de Jesús

Lecturas:

Ez 34, 11-16. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las haré reposar.

Sal 22. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Rom 5, 5b-11. Dios nos demostró su amor.

Lc 15, 3-7. ¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.

La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se centra en el amor que Dios nos tiene, simbolizado en el corazón de su Hijo Jesucristo, un corazón manso y humilde, que exaltado en la cruz es fuente de vida y de salvación de la que se sacian todos los que se acogen a ella.

El misterio del amor de Dios nos muestra la entraña del cristianismo, el hilo conductor de nuestra fe.

Dios te ama. Te ha creado por amor. Tú no existes por casualidad. Dios te ha llamado a la vida porque quiere que vivas con Él una vida de amistad, de intimidad.

Dios te ama gratuitamente, con un amor que no te lo tienes que ganar. Con un amor que lo puedes rechazar –la libertad es parte del amor–, pero que no lo puedes perder: Dios no dejará de amarte nunca.

El amor de Dios es más fuerte que la muerte. Por eso, te invita a vivir para siempre. No para cien años, sino para toda la eternidad.

Dios te ha creado para amar. Te ha creado a su imagen y semejanza, y serás feliz en la medida en que ames con un amor como el suyo: un amor marcado por la gratuidad, la fidelidad, la misericordia, la donación: se es más feliz al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35).

¿Cómo es el Corazón de Jesús? Lo hemos cantado en el Aleluya: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Un corazón fiel y obediente a la voluntad del Padre.

En este Mes del Corazón de Jesús el Papa León nos invitaba a orar para que cada uno de nosotros encuentre consolación en la relación personal con Jesús, y aprenda de su corazón la compasión por el mundo.

“Señor, hoy vengo a tu tierno Corazón, a Ti que tienes palabras que encienden el mío, a Ti que derramas compasión sobre los pequeños y los pobres, sobre los que sufren y sobre toda miseria humana.

Deseo conocerte más, contemplarte en el Evangelio, estar contigo y aprender de Ti y del amor con que te dejaste tocar por todas las formas de pobreza. Tú nos mostraste el amor del Padre amándonos sin medida con tu Corazón divino y humano. Concede a todos tus hijos la gracia del encuentro contigo.

Cambia, moldea y transforma nuestros planes, para que sólo te busquemos a Ti en cada circunstancia: en la oración, en el trabajo, en los encuentros y en nuestra rutina diaria. Y desde este encuentro, envíanos en misión; una misión de compasión por un mundo en el que eres la fuente de donde fluye toda consolación. Amén.”

Recibid el poder del Espíritu y sed mis testigos (Cf. Hch 1, 8).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio

Lc 15, 3-7. “Habrá más alegría en el cielo”. Celebramos hoy la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El evangelio nos presenta una de las imágenes más queridas relacionadas con el Señor, la imagen del buen pastor. Nos muestra la preocupación particular por cada una de sus ovejas, de tal manera que cuando pierde una no se resigna a esta situación, sino que va en su busca. Cuando la encuentra experimenta una gran alegría, no le reprocha el extravío sino que la carga con delicadeza sobre sus hombros y la devuelve al rebaño. Su alegría es expansiva, la comunica a los demás, quiere que todos participen de ella. Es una alegría que llega hasta el cielo, hasta el mismo Dios que espera la conversión de cada uno de nosotros. Demos gracias por tener a un Maestro que es Pastor y que nos ama y se interesa por cada uno de nosotros.

13 de julio. XV Domingo de Tiempo Ordinario
Año Litúrgico 2025 (Ciclo C)

Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14

Moisés habló al pueblo, diciendo:

«Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”.

El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».

Salmo

Salmo 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mi. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 15-20

Cristo Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.

Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Evangelio del Domingo

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».

El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».

Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».

Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».

Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.

¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».

Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».

comentario

UN CLÁSICO: EL BUEN SAMARITANO

(15º Domingo ordinario -C-. 13-Julio-2025)

por Jaime Sancho Andreu

La ley del amor en el Antiguo Testamento

La ley de Moisés, sobre todo en sus mandamientos principales, como el del amor a Dios y al prójimo, era sobradamente conocida por los contemporáneos de Jesús, incluso esos preceptos se recitaban cotidianamente y se comentaban en las sinagogas. El libro del Deuteronomio (la segunda Ley) espiritualizó la antigua religión de Israel dando más importancia a la relación de amor con Dios y con el prójimo (Primera lectura). El mismo Señor dijo que no había venido para abolir la Ley, sino para llevarla a su plenitud, universalizándola y haciéndola más espiritual y personal. Todavía nosotros tenemos como norma básica de comportamiento los diez mandamientos, y el Señor Jesús nos sigue diciendo con las palabras del Levítico 18, 5: “Haz esto y tendrás la vida”.

Cristo, plenitud de la revelación

Jesús fue proclamado por los cristianos desde el principio como aquél por quien nos llegó la revelación más perfecta, porque Él es la imagen de Dios, perfecto en la plenitud de la divinidad, como lo presenta el himno litúrgico con que comienza la lectura de la carta a los Colosenses. Pero la grandeza de Cristo no le hace perder sus raíces en la historia de la salvación. Por ello el Maestro se refiere siempre a los estadios anteriores de la revelación, como ocurre en su encuentro con un doctor de la ley, ocurrido en su viaje a la tierra especialmente legalista de Judea.

El Evangelio. El buen samaritano. Hacerse prójimo, aproximarse

Terminado el primer periodo de la vida pública de Jesús, en Galilea, comenzamos a seguirle en su viaje a Jerusalén, donde concluirá su misión en la tierra; y así llegamos al pasaje bíblico fundamental de este domingo, la famosísima parábola de la misericordia.

Jesús nos dice que el amor al prójimo puede quedar estéril e inoperante si no comenzamos por aproximarnos a los demás, como hizo él mismo, bajando del cielo. El sacerdote y el levita no se sintieron afectados por el herido. Así ocurre con la inmensidad del dolor humano. Podemos pensar que no pasa nada grave, que no nos afecta personalmente. Por ello Jesús nos dice que la existencia del prójimo depende de nosotros: “¿Quién se portó como prójimo?” (Lc 10, 36) el que se aproximó al necesitado. La Iglesia es necesariamente la caja de resonancia de los dolores y angustias de la humanidad, y los discípulos de Cristo no debemos asombrarnos si incluso los no creyentes esperan de nosotros que demos ejemplo con el primer movimiento de aproximación.

Si no nos aproximamos al dolor de los demás, abriéndonos a él y estando dispuestos a modificar el plan de vida que teníamos; si no bajamos de nuestra marcha cómoda, tal como Jesús descendió del cielo para hacerse prójimo de todos, no tendremos a nadie a quien amar y servir. Pasaremos de largo.

Heridas en el cuerpo y en el espíritu

Para poder evangelizar hemos de acercarnos al hombre de nuestro tiempo y responder a sus necesidades. Muchos de nuestros hermanos padecen ahora las consecuencias de la crisis económica y están tirados al borde del camino por el que otros pasan sin problemas, y muchas personas tienen necesidad de respuesta en sus necesidades espirituales, no menos apremiantes. También el hombre del tercer milenio desea una vida auténtica y plena, tiene necesidad de verdad, de libertad profunda, de amor gratuito. También en los desiertos del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios vivo.

La liturgia eucarística arranca del Evangelio

Después de la última ampliación del Misal Romano (1989), en este domingo, como ocurre frecuentemente en la liturgia hispano-mozárabe, la lectura evangélica se convierte en motivo de la plegaria eucarística, si se recita, como sugiere el Misal, el prefacio común VIII. Lo reproducimos a continuación para que pueda meditarse como el mejor comentario al tema bíblico fundamental de este día:

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo Jesús, nuestro Redentor.

Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual de tu Hijo, muerto y resucitado”.

LA PALABRA DE DIOS HOY

Primera lectura y Evangelio. Deuteronomio 30,10-14 y Lucas 10,25-37: Jesús no vino para anular completamente la Ley de Moisés; en su tiempo los mandamientos del Antiguo Testamento eran suficientemente conocidos, de modo que el Señor no debía sino recordarlos. Pero amplió y espiritualizó los antiguos preceptos, como el del amor al prójimo, especialmente en la parábola del buen samaritano.

Segunda lectura. Colosenses 1,15-20: Hoy empieza a leerse la carta a los Colosenses, una de las llamadas «de la cautividad», escrita por san Pablo en una de sus frecuentes detenciones, tal vez en Roma. Seguiremos la lectura de esta carta durante cuatro domingos. El tema fundamental de la carta, que es la primacía absoluta de Cristo en el universo y en la Iglesia, se anuncia con un himno litúrgico de la primitiva Iglesia.

Otro comentario al evangelio

Domingo, 13 de julio de 2025

15º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Dt 30, 10-14. El mandamiento está muy cerca de ti para que lo cumplas.

Sal 68. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Col 1, 15-20. Todo fue creado por él y para él.

Lc 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo?

La Palabra de Dios que proclamamos hoy te habla del gran mandamiento: el amor a Dios y al prójimo. La ley ya contenía esta enseñanza: Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y Amarás a tu prójimo como a ti mismo, Jesús declara que viviendo esto tendrás la vida.

Con esto se dice mucho. La actitud fundamental del hombre debe ser el amor. Dios es amor. Y el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, ha sido creado por amor y para amar. Sólo amando, el hombre se realiza como persona. No es el dinero, ni el poder, ni el placer, ni el éxito, lo que hace feliz al hombre. Lo que hace feliz al hombre es el amor. Por eso toda la ley se resume y se concentra en el amor a Dios y al prójimo.

Hemos sido creados para la relación, para la comunión, para la donación. Eso es lo que nos hace crecer como personas: salir de nosotros mismos, abrirnos al amor de Dios y abrirnos al encuentro con el otro. En el don sincero de nosotros mismos vamos creciendo.

El amor es el “precepto” más importante, el que todo lo abarca y todo lo anima. El amor es el sentido de la ley.

El problema está en saber quién es mi prójimo. Jesús aclarará todo esto con una parábola. Prójimo es cualquier persona que está al lado de quien necesita ayuda. Prójimo es aquel que se aproxima al necesitado.

La caridad, el amor fraterno, consiste en acercarse, en no pasar de largo, amparados en mil excusas, ante los problemas y necesidades de los hermanos. La caridad no es solamente dar, sino darse. La caridad, el verdadero amor, es darse a uno mismo, dar la vida por el otro, buscar el bien del otro. La caridad no pide nada a cambio: es gratuita, generosa y desinteresada.

No podemos vivir en la indiferencia. El Señor te invita hoy a ser el buen samaritano de tu ambiente.

A estar atento, a estar disponible para escuchar, compadecer, interceder, ayudar… Te invita a que seas un bálsamo que alivie su dolor. Te invita a que seas el rostro bueno y amable de Dios para ellos. El Señor te invita a que le prestes tus manos para curarles, tu voz para consolarles, tu corazón para amarles como el Señor les ama.

Nos dice el Papa León que la vida está hecha de encuentros, y en estos encuentros nos revelamos tal y como somos. Nos encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: cuidar de él o hacer como si nada. Un sacerdote y un levita bajan por ese mismo camino. Son personas que prestan servicio en el Templo de Jerusalén, que viven en el espacio sagrado. Sin embargo, la práctica del culto no lleva automáticamente a ser compasivos. De hecho, antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos.
¡Atrévete! ¡Acepta la llamada del Señor! ¡Ama de corazón, y serás feliz!

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

Dejándolo todo, lo siguieron (Cf. Lc 5, 11b).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13)

Otro comentario al evangelio

Lc 10, 1-12. 17-20. “Que envíe obreros a su mies”. El evangelio nos presenta hoy el discurso misionero de Jesús. Pero aun así, hay una condición previa. Para que esa enseñanza del Señor sobre las condiciones de la misión pueda surtir efecto, hacen falta personas concretas que estén dispuestas para realizar esa misión. Por eso lo primero es pedir al dueño de la mies, que envíe trabajadores a su mies. Hoy es necesaria, como siempre, la oración por las vocaciones, el trabajo vocacional. En ello debemos implicarnos todos. Después, la misión debe caracterizarse por la sencillez en los medios, por el anuncio de la paz, por la sanación y la presencia del Reino. Puede que en algún sitio no sean acogidos los misioneros, pero eso no debe paralizar la misión. Los setenta y dos vuelven contentos, pero Jesús nos enseña que nuestra alegría no debe ser el éxito de la misión sino la certeza de que nuestros nombres están inscritos en el cielo.

20 de abril. Domingo de Resurrección
Año litúrgico 2025 (Ciclo C)

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

«Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Salmo

Salmo 117, 1-2. 16-17. 22-23
R/. Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

Hermanos:

Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

comentario

20 de abril: DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

por Jaime Sancho Andreu

Misa solemne.

Los cincuenta días que van desde este domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como un “gran domingo”, tal como lo proclama el himno israelita propio de estas fechas que los cristianos aplicamos al Misterio Pascual: “Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Salmo 117, 24).

El “Encuentro”

En casi todos los pueblos tiene lugar la ceremonia del “Encuentro” de Jesús con su santísima Madre. Es un acto juvenil y alegre, en el que la liberación de la muerte se expresa soltando pajaritos y palomas; “Nuestra vida ha escapado como un pájaro de la jaula del cazador…”

La piadosa tradición de que Jesús se apareció antes que a nadie a su Madre aparece por primera vez en el apócrifo “Evangelio de Nicodemo” y a él alude también san Ambrosio en su “Tratado sobre las vírgenes”, pero son los autores de los siglos XIV y XV quienes desarrollarán literariamente este tema que hace a María sufrir una pasión paralela a la de su Hijo como corredentora con él.

En Valencia es fundamental la aportación de san Vicente Ferrer en sus homilías del domingo de Pascua y sor Isabel de Villena en su “Vita Christi” (capítulos 234 y 237) donde describe la escena tal como la recogen los pintores valencianos; según esta escritora, la Virgen intuyó que su Hijo había resucitado cuando vio desaparecer las gotas de sangre de la corona de espinas que estaba contemplando.

En su sermón predicado en la Seo de Valencia el 23 de abril de 1413 san Vicente decía: “Esta gloriosa resurrección de Jesucristo fue hoy demostrada graciosamente, en especial a la Virgen María, pues a esta conclusión llegan los Doctores aunque los evangelistas no lo pongan, porque no se ocupaban más que de los testigos, y porque el testimonio de la Madre en esta causa parecería favorable al Hijo, no lo escribieron para quitar esta sospecha. Lo apoyan dos razones, la primera, que el Señor Jesús llevó a plenitud lo que había enseñado, porque mandó honrar al padre y a la madre, y así quiso guardar el precepto. Y así primero quiso dar este honor a la Madre antes que a los demás, y se acordó de los dolores de la madre: “No olvidarás el gemido de tu madre” (Si 7, 29.

Luego el santo aduce la segunda razón basada en que todos los apóstoles perdieron la fe cristiana menos María, en la que permaneció toda la fe; y la tercera, que Jesús amaba a su Madre más que a nadie. El predicador nos acerca magistralmente a los sentimientos de María en aquella alba misteriosa después de que había pasado la noche pensando: “Mañana veré a mi hijo, pero ¿a qué hora?”

La Eucaristía en el día de Pascua.

Hoy, la proclamación del santo Evangelio es más Evangelio que nunca: la buena, la mejor noticia, y fueron las santas mujeres, las tres Marías, las que la recibieron, como ahora nosotros: “No tengáis miedo ¿Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado? No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron”. Y es María Magdalena, a la que se le llama “apóstola”, la que lleva la primera el mensaje a los discípulos.

Pedro y el discípulo amado fueron los testigos autorizados que levantan acta de que el Señor no estaba ya allí. Vieron el sepulcro vacío, pero no se quedaron en ello; iluminados por el don de la fe, comprendieron que no tenían que venerar un sepulcro, sino amar y seguir a un Viviente.     

La lectura de san Pablo nos sitúa en el centro del Misterio Pascual y nos revela lo que significa este misterio para cada uno de nosotros: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo… Porque habéis muerto y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios (Col 3, 1 y 4).

Así pues, en nuestra iniciación cristiana, cada cristiano ha sido incorporado, injertado en Cristo, de modo que su muerte y resurrección no son sólo un hecho del paso o una obra maravillosa de Dios, sino también un misterio de salvación que celebramos todos a partir del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, y que renovamos constantemente, ya sea cuando lavamos nuestra conciencia en la Confesión como cuando participamos en la Comunión. En todos estos momentos la efusión del Espíritu Santo nos aplica las gracias y la vivencia del Misterio Pascual.

Todo ello tiene una consecuencia moral para nuestras vidas, insinuada en la lectura mencionada y más expresa en la otra lectura opcional para este día: Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (de corrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad (1 Co 5, 7-8).

Buscar los bienes del cielo, purificar nuestra conducta, es decir, organizar nuestra personalidad y nuestra vida según el modelo de Jesucristo. Es lo que intentamos con la penitencia cuaresmal y que ahora se nos ofrece como una gracia de la Pascua del Señor si estamos preparados para recibirla.

Segundas Vísperas. Conclusión del Triduo Pascual.

Es un acto que podríamos ir recuperando. Son la celebración del encuentro vespertino de Jesús con los caminantes de Emaús y con los discípulos en el cenáculo. Se abre el tiempo de alegría de la Cincuentena, la semana de semanas que es el santo Pentecostés.

Otro comentario

Domingo, 20 de abril de 2025

Domingo de Pascua de Resurrección

Lecturas:

Hch 10, 34a.37-43. Nosotros hemos comido y bebido con él después de la resurrección.

Sal 117, 1-2.16.23. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.

Jn 20, 1-9. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras: que Él debía resucitar de entre los muertos.

El pasado Domingo, te invitaba a preguntarte cómo te sitúas ante Jesús en este momento de tu vida. Es decir: ¿quién es Jesús para ti? ¿Un simple personaje de la historia? ¿Un “muerto” de la galería de hombres ilustres?

Y te sugería no precipitarte en la respuesta, sino a vivir la Semana Santa recorriéndola con el Señor. Te proponía recorrer el itinerario existencial de las diferentes personas que aparecen en la Pasión del Señor para que ellas te ayudaran a ver lo que hay en tu corazón y, acogiendo el don del Espíritu Santo, pudieras encontrarte con el Señor.

Hoy la Palabra nos hace un anuncio sorprendente: Cristo ha resucitado, ¡Aleluya! ¡Jesucristo vive! No seguimos a un muerto, ni a una idea. No. Hemos sido alcanzados por una Persona, Jesucristo, el Señor, que ha vencido a la muerte, vive para siempre y te invita a seguirle y vivir una vida nueva.

Tal vez estés atrapado en el sepulcro de tus “muertes”… Tal vez estés como las mujeres del evangelio, pensando ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?, porque te sientes incapaz de salir del sepulcro.

O como los discípulos de Emaús camines taciturno y desencantado, porque sus ojos no eran capaces de reconocerlo y se habían alejado de la comunidad. Y vivas pensando Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió…

Y hoy la Palabra te anuncia que si acoges el don del Espíritu Santo y puedes mirar con los ojos de la fe también tú tendrás la experiencia de las mujeres que vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande.

También tú escucharás la voz del Ángel, que te dice: No tengas miedo. Jesucristo ha resucitado. Jesucristo vive y camina contigo. No estás solo.

También tú, si crees, verás la gloria de Dios. Verás como arde tu corazón porque el Espíritu Santo, el dulce huésped del alma, te susurra en cada latido de tu corazón que Dios te ama, que Jesucristo ha muerto y ha resucitado por ti, ha cargado con todos tus pecados, ha vencido todas tus “muertes” y te regala la vida eterna. La vida más allá de la muerte y más allá de tus “muertes”.

Y, entonces, al encontrarte con Jesucristo Resucitado vivirás una vida nueva. Así, vivirás como Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo.

Vivirás buscando los bienes de arriba porque ya has experimentado que los ídolos quizás te podrán dar algo de “vidilla” pero no vida eterna, porque sabes que tu vida está con Cristo escondida en Dios.

¡Ánimo! ¡Abre el corazón a Jesucristo vivo y resucitado! Él te dará la vida eterna. Y comenzarás a saborearla, como una primicia, ya ahora.

Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

¡¡Feliz Pascua, Feliz Encuentro con el Resucitado!! ¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

Recibid el poder del Espíritu y sed mis testigos (Cf. Hch 1, 8).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario

Jn 20, 1-9. “Él había de resucitar”. La losa quitada del sepulcro puede no significar más que la profanación de una tumba, pero para nosotros es un signo elocuente de algo extraordinario, de un acontecimiento que cambia la historia de la humanidad. María Magdalena, que tan unida había estado a Jesús, por el bien que había recibido de Él, es la primera que va al lugar de la sepultura. La tristeza y el dolor no le permiten estar alejada del lugar donde yace el cuerpo de Jesús. Pero la sorpresa es inmensa, el sepulcro está abierto. Probablemente no sabe cómo reaccionar y no se atreve a entrar. Corre veloz para comunicarlo a los discípulos. Pedro y Juan parece que esperan la noticia. También ellos salen corriendo para deshacer el camino de María. La tumba abierta, lienzos y sudario. No está el cuerpo de Jesús. Esto solo puede significar resurrección. Lo que Él había anunciado, Dios lo ha realizado. ¡Aleluya! Verdaderamente ha resucitado el Señor.

fiesta del 9 D'OCTUBRE

En la Diócesis de Valencia

Aniversario de la dedicación de la S.I. Catedral de Valencia.

En la Diócesis de Valencia

 Aniversario de la dedicación de la S.I. Catedral de Valencia.

(9 de octubre de 2023)

Al llegar esta fecha histórica en que recordamos el segundo nacimiento del pueblo cristiano valenciano, después de un periodo de oscuridad en el que nunca dejó de estar presente, conviene que tengamos presente esta festividad que nos hace presente el misterio de la Iglesia a través del templo mayor de nuestra archidiócesis, donde está la cátedra y el altar del que está con nosotros en el lugar de los apóstoles, como sucesor suyo. La sede de tantas peregrinaciones  y de innumerables vistas individuales, brilla en este día con la luz de la Esposa de Cristo, engalanada para las nupcias salvadoras.

El 9 de octubre evoca la fundación del reino cristiano de Valencia y la libertad del culto católico en nuestras tierras. Ese mismo día, la comunidad fiel valenciana tuvo de nuevo su iglesia mayor, dedicada a Santa María, y estos dos acontecimientos forman parte de una misma historia. Es una fiesta que nos afianza en la comunión eclesial en torno a la iglesia madre, donde tiene su sede el Pastor de la Iglesia local de Valencia, el templo que fue llamado a custodiar el sagrado Cáliz de la Cena del Señor, símbolo del sacrificio de amor de Jesucristo y de la comunión eucarística en la unidad de la santa Iglesia.

El aniversario de la dedicación

El 9 de octubre será para la comunidad cristiana de Valencia una fiesta perpetua, pero en cada aniversario resuena con más fuerza que nunca el eco de aquella preciosa y feliz celebración en que nuestro templo principal, la iglesia madre, apareció con la belleza que habían pretendido que tuviera aquellos generosos antepasados nuestros que lo comenzaron.

La belleza de la casa de Dios, sin lujos, pero con dignidad, tanto en las iglesias modestas como en las más importantes o cargadas de arte e historia, lo mismo que la enseñanza de sus signos, nos hablan del misterio de Dios que ha querido poner su tabernáculo entre nosotros y hacernos templo suyo.

Al contemplar las catedrales sembradas por Europa, en ciudades grandes o pequeñas, nos asombra el esfuerzo que realizaron quienes sabían que no verían culminada su obra. En nuestro tiempo, cuando domina lo funcional, nos resulta difícil comprender esas alturas “inútiles”, esos detalles en las cubiertas y las torres, esas moles que, cuando se levantaron, destacarían mucho más que ahora, entre casas de uno o dos pisos. Pero lo cierto es que también ahora se construyen edificios cuyo tamaño excede con mucho al espacio utilizable; nos dicen que es para prestigiar las instituciones que albergan, y eso es lo que pretendían nuestros antepasados para la casa de Dios y de la Iglesia; eso, seguramente, y otras cosas que se nos escapan.

Una construcción que no ha terminado

El aniversario de la dedicación nos recuerda un día de gracia, pero también nos impulsa hacia el futuro. En efecto, de la misma manera que los sacramentos de la Iniciación, a saber, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, ponen los fundamentos de toda la vida cristiana, así también la dedicación del edificio eclesial significa la consagración de una Iglesia particular representada en la parroquia.

En este sentido el Aniversario de la dedicación, es como la fiesta conmemorativa del Bautismo, no de un individuo sino de la comunidad cristiana y, en definitiva, de un pueblo santificado por la Palabra de Dios y por los sacramentos, llamado a crecer y desarrollarse, en analogía con el cuerpo humano, hasta alcanzar la medida de Cristo en la plenitud (cf. Col 4,13-16). El aniversario que estamos celebrando constituye una invitación, por tanto, a hacer memoria de los orígenes y, sobre todo, a recuperar el ímpetu que debe seguir impulsando el crecimiento y el desarrollo de la parroquia en todos los órdenes.

Una veces sirviéndose de la imagen del cuerpo que debe crecer y, otras, echando mano de la imagen del templo, San Pablo se refiere en sus cartas al crecimiento y a la edificación de la Iglesia (cf. 1 Cor 14,3.5.6.7.12.26; Ef 4,12.16; etc.). En todo caso el germen y el fundamento es Cristo. A partir de Él y sobre Él, los Apóstoles y sus sucesores en el ministerio apostólico han levantado y hecho crecer la Iglesia (cf. LG 20; 23).

Ahora bien, la acción apostólica, evangelizadora y pastoral no causa, por sí sola, el crecimiento de la Iglesia. Ésta es, en realidad, un misterio de gracia y una participación en la vida del Dios Trinitario. Por eso San Pablo afirmaba: «Ni el que planta ni el que riega cuentan, sino Dios que da el crecimiento» (1 Cor 3,7; cf. 1 Cor 3,5-15). En definitiva se trata de que en nuestra actividad eclesial respetemos la necesaria primacía de la gracia divina, porque sin Cristo «no podemos hacer nada» (Jn 15,5).

Las palabras de San Agustín en la dedicación de una nueva iglesia; quince siglos después parecen dichas para nosotros:

«Ésta es la casa de nuestras oraciones, pero la casa de Dios somos nosotros mismos. Por eso nosotros… nos vamos edificando durante esta vida, para ser consagrados al final de los tiempos. El edificio, o mejor, la construcción del edificio exige ciertamente trabajo; la consagración, en cambio, trae consigo el gozo. Lo que aquí se hacía, cuando se iba construyendo esta casa, sucede también cuando los creyentes se congregan en Cristo. Pues, al acceder a la fe, es como si se extrajeran de los montes y de los bosques las piedras y los troncos; y cuando reciben la catequesis y el bautismo, es como si fueran tallándose, alineándose y nivelándose por las manos de artífices y carpinteros. Pero no llegan a ser casa de Dios sino cuando se aglutinan en la caridad» (Sermón 336, 1, Oficio de lectura del Común de la Dedicación de una iglesia).

Jaime Sancho Andreu

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