LA PALABRA DEL DÍA

Evangelio del día

Lunes, 22 de abril de 2024
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Martes, 23 de abril de 2024
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Miércoles, 24 de abril de 2024
Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Jueves, 25 de abril de 2024
Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Viernes, 26 de abril
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

Sábado, 27 de abril de 2024
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Comentario al evangelio

Jueves, 25 de abril de 2024

San Marcos

Lecturas:

1 Pe 5, 5b-14. Os saluda Marcos, mi hijo.

Sal 88, 2-7. 16-17. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Mc 16, 15-20. Proclamad el Evangelio a toda la creación.

Celebramos hoy la fiesta de San Marcos, evangelista. Era hijo de María de Jerusalén, en cuya casa se refugió san Pedro al salir de la cárcel (cf. Hch 12, 12). Colaboró con san Pablo en su misión (cf. Col 4, 10) y estuvo cerca de él en la cárcel de Roma (cf. Flm 24).

En la primera lectura escuchamos el Espíritu nos ha dicho cosas que nos ayudan a crecer como discípulos.

Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. La humildad es la puerta de la fe. Es el humus donde la semilla puede ser acogida y crecer. Recuerda: al cielo se sube bajando.

Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que a su tiempo os levante. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Entrégale tu vida al Señor, tus preocupaciones, tus sufrimientos… ¡toda tu vida! Dios te ama y cuida de ti. Está contigo todos los días. Dile: ¡Señor, quiero verte!

Estad alerta, que vuestro enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle, firmes en la fe. La vida es un combate, y un combate serio. Las armas para el combate ya sabes cuáles son (cf. Ef 6, 10s): la verdad, la justicia (=ajustarse a la voluntad de Dios), el evangelio de la paz, el escudo de la fe, el casco de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos.

El mismo Dios de toda gracia que os ha llamado como cristianos a su eterna gloria os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. El diablo marea. Pero no olvides que es un ángel caído, vencido y derrotado para siempre. El Poder lo tiene Jesucristo: a Él hay que cogerse para tener asegurada la victoria.

¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al Evangelio

Mc 16, 15-20. “Proclamad el Evangelio”. La Iglesia existe para evangelizar. Las últimas palabras que Jesús dirige a sus discípulos, los apóstoles, antes de su ascensión a los cielos, presentan la tarea que les encomienda. Esa tarea es proclamar el evangelio a toda la creación. Toda persona tiene el derecho a conocer a Jesús y su mensaje, por eso todos los que lo conocemos hemos de comunicarlo, con nuestra palabra y con nuestra vida. Jesús garantiza que a los que crean en Él les acompañarán unos signos que expresan lo que el evangelio es. Podrán luchar eficazmente contra el mal, podrán comunicarse con todos, poseerán una gran libertad y valentía para enfrontar los problemas, llevarán vida por donde pasen. Esta es nuestra tarea hoy. El Señor confía en nosotros y no deja de llenar nuestra vida de esos signos.

19 de marzo. San José
Año litúrgico 2023-2024 (Ciclo B)

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán:

«Ve y habla a mi siervo David:
“Así dice el Señor: Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré tu reino.

Será el quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.

Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.

Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre”».

Salmo

Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R/. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R/.

Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22

Hermanos:

No por la ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba a ser heredero el mundo.

Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.

Según está escrito: «Te he constituido padre de muchos pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe.

Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho:
«Así será tu descendencia».

Por lo cual le fue contado como justificación.

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

comentario San José

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA.

(19 de marzo 2024)

San José, entre los dos Testamentos.

La liturgia de la Palabra nos presenta en este día dos ilustres personajes del Antiguo Testamento: Abrahán y David, que nos ayudan a comprender el significado y la importancia de san José, que fue uno de aquellos elegidos por Dios para que colaborasen en el gran paso que fue el tránsito al tiempo de la Nueva y definitiva Alianza, como Zacarías y Ana, Simeón, Juan el Batista y, por encima de todos ellos, la esposa de José, la santísima y siempre Virgen María.

La Sagrada Escritura nos presenta al patriarca san José como un nuevo Abrahán, es el hombre justo y fiel que creyó contra toda esperanza.

Mucho tiempo antes, el rey David quiso construir una casa para Dios, y éste le manifestó que no era esa su volunta, pero le prometio una descendencia que haría perpetuo su reinado.

El fiel custodio de los primeros misterios de la redención.

De este modo, cuando llegó la plenitud de los tiempos, José colaboró con Dios permeneciendo en silencio y aceptando la palabra divina, que le recuerda la promesa hecha a David y que se cumplió en Jesús, Hijo de Dios nacido de María Virgen, pero incorporado a la descendencia de los reyes de Israel y Judá gracias a la persona de José, al que el ángel saludo con el honroso título de “Hijo de David”; el mismo título con que Jesús fue aclamado por el pueblo que esperaba a un Salvador.

Modelo para los cristianos.

San José sigue siendo un modelo para nosotros. El hombre actual se programa  a sí mismo, organiza su vida y hace su voluntad. Sin embargo, José, hombre de fe, aceptó conscientemente el plan misterioso de Dios y se puso confiadamente en sus manos, viniendo a ser el nuevo patriarca, “padre de los creyentes”. Quien acoge con fe la gracia y la palabra de Dios se instala en el plan salvador divino. Por ello la actividad de la Iglesia no puede confiar ante todo en un plan racional o metódico, a la manera de una empresa humana, sino que debe considerar la importancia de la “Primacía de la gracia” en la colaboración con la obra divina. Como modelo de confianza en Dios, san José es el titular de muchos seminarios, y en torno a esta fiesta se celebra en las diócesis de España el “Día del Seminario”.

Toda la Iglesia celebra hoy a su patrono y protector, porque si el esposo de María la protegió a ella y a su divino Hijo de tantos peligros como se lee en los Evangelios de la infancia”: persecuciones, exilio, momentos de miedo y desconcierto, de falsas acusaciones… Así ahora protege al cuerpo místico de Cristo que somos nosotros. El patriarca de Nazaret sigue velando sobre el pueblo de los creyentes en la nueva casa y familia de Dios que es la comunidad cristiana.

LA PALABRA DE DIOS EN ESTA SOLEMNIDAD

Primera lectura y Evangelio. 2 Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16 y Mateo 1, 16. 18-21. 24ª, o bien Lucas 2, 41-51a: El Rey David quiso construir un templo para el Señor, pero éste le respondió que no era esa su voluntad. Sin ambargo le prometió que un descendiente suyosería rey y consolidaría su reino para siempre. Esta promesa se cumplió en Jesús, a quien José protegió y como si fuera hijo suyo y de la familia de los reyes de Israel y Judá. Por eso Jesús recibe el título de “Hijo de David”.

Segunda lectura. Romanos 4, 13. 16-18. 22: Abrahán recibió la promesa de ser padre de muchas naciones por su fe y confianza absoluta en la palabra de Dios; de este modo el patriarca es modelo y padre de los creyentes. Siguiendo este ejemplo, José es el ejemplo de los creyentes del Nuevo testamento.

Otro comentario al evangelio

14 de febrero de 2024
Miércoles de Ceniza
Ayuno y abstinencia
 
Lecturas:
 
Jl 2, 12-18.  Volved a mí de todo corazón.
 
Sal 50, 3-6.12-17.  Misericordia, Señor, hemos pecado.
 
2 Cor 5, 20-6, 2.  No recibáis en vano la gracia de Dios.
 
Mt 6, 1-6.16-18.  Cuando reces entra en tu habitación
 
Comenzamos hoy la Cuaresma, camino hacia la Pascua, al encuentro con el Señor Resucitado que pasa cada día por tu vida, para encontrarse contigo. 
 
La Cuaresma es un tiempo de gracia. Así nos lo ha recordado San Pablo: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación. Por eso nos invita también a no echar en saco roto la gracia de Dios, a escuchar la voz del Señor y no dejar que se endurezca el corazón. 
 
¡Este es el momento ideal para que te conviertas! Esto es lo que nos propone la Iglesia con la celebración anual de la Cuaresma.
 
El Salmo 50 nos indica el itinerario espiritual que estamos llamados a vivir en la Cuaresma.
 
Misericordia, Dios mío, por tu bondad…, borra mi culpa…, limpia mi pecado. Es una llamada a la conversión.
 
Una llamada a no instalarse en el pecado. ¿Cuál es la raíz de todo pecado? La raíz de todo pecado es creer que tú eres dios, el señor y dueño de tu vida, de tu historia, del bien y del mal… 
 
Por eso, comenzamos con el signo de la ceniza: Recuerda que eres polvo. Que es lo mismo que decir: recuerda que tú no eres dios. Recuerda que necesitas ser salvado.
 
Y esta es una llamada radical a la conversión, a volver al Señor y entregarle tus pecados. Sin justificarlos, sin disimularlos y din esconderlos… sino entregándoselos al Señor, que te ama y te ofrece su perdón.
 
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme…, no me quites tu santo espíritu. 
 
Pero al mismo tiempo que le entregas tus pecados, has de acoger el don del Espíritu que irá renovando tu corazón, tu matrimonio, tu sacerdocio, tu consagración religiosa… ¡Hará nueva tu vida!
 
Pero, ¡déjale hacer a Él! Como Él quiera y al ritmo que Él quiera.
 
 Tres armas preciosas nos muestra el Evangelio: Orar, escuchar cada día al Señor: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor. No endurezcáis el corazón.
 
Dar limosna, para poner nuestra seguridad y nuestra confianza en el Señor.
 
Ayunar, vaciando nuestro corazón de nuestro egoísmo para llenarlo del Señor y experimentar que solo Dios basta.
 
Y este itinerario culminará cuando en la noche de Pascua cantemos el Aleluya: Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
 
La fe se vive en la gratuidad y se expresa en la alabanza, que es el eco de la presencia y acción del Espíritu Santo en tu corazón.

¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio

Mt 1, 16. 18-21. 24a. “Como era justo”. José era un hombre justo, profundamente enamorado de su esposa María. Por eso no era capaz de entender que su esposa estuviera esperando un hijo sin su intervención. A pesar del sufrimiento interno que seguro vivió, él sigue abierto a la actuación de Dios en su vida. Eso le permite escuchar la voz de un ángel que le habla en sueños y le ayuda a entender lo que ha sucedido y a acoger el plan que Dios tiene para él. El hijo viene del Espíritu Santo, es obra de Dios. José tiene que ponerle el nombre, que será Jesús y que significa Dios salva. Además tendrá que cuidar y proteger al niño y a su madre. José nos enseña también la lección de la obediencia. No sabemos si seguía albergando alguna duda en su interior, pero al despertar hace lo que le ha comunicado el ángel, cumple la voluntad de Dios.

28 de abril. V Domingo de PASCUA
Año litúrgico 2023-2024 (Ciclo B)

Primera lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9, 26-31

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.

Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.

Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.

La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

Salmo

Sal. 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 3, 18-24

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.

En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.

Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.

Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

comentario del domingo

SIN MÍ, NO PODÉIS HACER NADA

(5º Domingo de Pascua -B-, 28 de abril de 2024)

La despedida del Buen Pastor

El domingo siguiente al del Buen Pastor forma una cierta unidad con él, pues cada año nos trae una enseñanza que Jesús, Maestro y Guía de la Iglesia, dirige a ésta a la manera de un mensaje fundamental, como un testamento espiritual que la deberá orientar en su porvenir.

El pasaje evangélico de hoy está situado al comienzo del discurso de despedida del Señor en la última Cena. De este modo, mediante un cambio de contexto muy propio de la liturgia, en los próximos domingos, escucharemos las palabras de Jesús como preparación a la Ascensión y a Pentecostés. No podemos olvidar que según el esquema de san Juan, la resurrección de Jesús, su ascensión y el don del Espíritu se dan en el mismo acontecimiento de la Pascua. Así, en la liturgia dominical evocamos esos días durante los cuales, según san Lucas, Jesús estuvo hablando con los discípulos “acerca del reino de Dios” (Hechos 1,3). Hoy Jesús comienza describiéndose a sí mismo como la verdadera vid, cuyos sarmientos son los cristianos, que dan fruto si permanecen unidos a él. Sin la ayuda de Jesús, sin su Espíritu, no podemos hacer nada provechoso para nuestra salvación y la de los demás.

Permanecer unidos a Jesús para dar fruto permanente

Jesús prometió la vida eterna al que creyera en él (Cf. Jn 6, 47). Y creer es comer el pan de la vida que es Cristo mismo, es “permanecer en él y el en nosotros”; esta mutua compenetración está garantizada a aquél que, como el sarmiento, permanece unido en la vid mística mediante la fe: He aquí la verdadera incorporación del creyente a Cristo. Por ello, venir a Jesús y unirse a él no es un simple acercamiento en el espacio o en afecto, sino por medio de la íntima unión que Dios realiza entre su Hijo y los que atrae a él; creer en Jesús es mucho más que aceptar su palabra, es entregarse a él, hasta el punto de ser incorporado a sus miembros.

La incorporación a Cristo resucitado se realiza en la iniciación cristiana; en este proceso sacramental somos injertados en el Señor (Rom 6,5), recibimos la savia vital del Espíritu que nos consagra y formamos con él un solo cuerpo, y todo ello conjuntamente por medio del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, si bien cada uno de estos sacramentos posea como gracia sacramental propia una de las dimensiones de la iniciación. Así podemos comprender por qué lo antiguos cristianos decoraban los baptisterios con la representación de la vid que es Cristo.

Ningún sarmiento se pierde para siempre

Siguiendo con la alegoría del Evangelio, hay ramas desguazadas de la vid que es Cristo, pero no hay que perder la esperanza, porque pueden volver a reverdecer y dar fruto si se renueva su injerto en el Señor por la penitencia. Y hay también quienes han crecido en otras cepas, como san Pablo, pero su conversión e iniciación cristiana le hizo crecer en Cristo sin perder ninguna de sus cualidades humanas, que antes estaban orientadas contra la Iglesia naciente y ahora iban a ser aprovechadas para abrirla a todos los pueblos.

La obra de Cristo en su Iglesia

El injerto de los nuevos cristianos en la cepa legítima que es Cristo hace que la evangelización, el culto y las obras de caridad y solidaridad sean acciones del propio Señor en el mundo y no meras y bienintencionadas iniciativas humanas. En la Iglesia y gracias a ella se pueden crear muchas clases de ONG, pero deberemos verlas y trabajar en ellas en comunión de acción con Cristo y con su Espíritu.  Esta permanencia en Cristo tiene una consecuencia moral que es al mismo tiempo la verificación de la presencia del señor en nuestras vidas; así lo proclama san Juan en su primera carta: “No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y con verdad. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio” (1 Jn 3, 18 y 24; Segunda lectura).

El desarrollo de la Iglesia en comunión con Jesucristo

Después de los domingos en que hemos escuchado los sermones misioneros de san Pedro, entra en escena san Pablo, de quien hoy se resumen los primeros tiempos de su ministerio apostólico: su vocación para la evangelización de los gentiles y los judíos de fuera de Israel. La Iglesia crecía bajo la acción del Espíritu Santo.

La primera lectura nos describe la gran fe del antiguo perseguidor de la Iglesia y sus esfuerzos por actuar en comunión con Pedro y los demás apóstoles en Jerusalén. Pablo es el apóstol de la fe, pero también lo es de la unidad de la Iglesia, cuerpo de Cristo, que es otra metáfora semejante a la de la vid en el evangelio de san Juan.

La primitiva Iglesia, como ha continuado ocurriendo a lo largo de los tiempos, “se iba construyendo y progresaba en la fidelidad del Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo” (Hechos 9, 31; Primera lectura). Así lo había proclamado Jesús: “El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Fuera de la comunión con Cristo y de su Iglesia no caben las acciones individuales que pretendan la salvación propia o de los demás.

La Eucaristía es el lugar propio del don renovado del Espíritu que se recibió en la iniciación cristiana; en este sacramento se consagran los dones del pan y del vino, y es consagrada asimismo por el Espíritu la comunidad para ser enviada al mundo y dar fruto abundante.

LA PALABRA DE DIOS EN ESTE DOMINGO

Primera lectura. Hechos 9, 26-31: Después de los domingos en que hemos escuchado los sermones misioneros de san Pedro, entra en escena san Pablo, de quien hoy se resumen los primeros tiempos de su ministerio apostólico: su vocación para la evangelización de los gentiles y los judíos de fuera de Israel. La Iglesia crecía bajo la acción del Espíritu Santo.

Segunda lectura. 1 Juan 3, 18-24: Alcanzaremos la salvación si permanecemos unidos en Cristo resucitado, y ello es posible si dejamos obrar al Espíritu de Dios en nosotros y practicamos el mandamiento del amor que nos dejó Jesucristo como consigna fundamental.

Evangelio de Juan 15, 1-8: Jesús se describe a sí mismo como la verdadera vid, cuyos sarmientos son los cristianos, que dan fruto si permanecen unidos a él. Sin la ayuda de Jesús, sin su Espíritu, no podemos hacer nada provechoso para nuestra salvación y la de los demás.

Otro comentario al evangelio

Domingo, 21 de abril de 2024

4º de Pascua

Lecturas:

Hch 4, 8-12. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros.

Sal 117, 8-9.21-3.26.28-39. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

1 Jn 3, 1-2. Somos hijos de Dios.

Jn 10, 11-18. Yo soy el buen pastor, que conozco a mis ovejas.

El cuarto Domingo de Pascua es el del Buen Pastor: Jesucristo es el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, que da la vida por ellas, que las conoce y es conocido por ellas.

Esta comparación nos hace comprender de una manera sencilla y profunda cuál es la relación que Jesucristo quiere tener contigo.

Jesucristo es el Buen Pastor. Él es el maestro y el Señor. Él es el camino, la verdad y la vida. Jesucristo es la piedra angular, ningún otro puede salvar. No busques la vida en los ídolos, que ahí no la encontrarás.

Nosotros somos las ovejas. Es decir, debemos seguir al Pastor, debemos escuchar su voz, con mansedumbre, con docilidad, con confianza, obedeciendo al Pastor. Sin escuchar la voz de los extraños…

¿Cómo está tu relación con Jesucristo, el Buen Pastor? ¿Escuchas su voz? ¿Eres dócil a su palabra, a su enseñanza? ¿Haces más caso a la voz de los extraños que a la voz de Jesucristo?

Hemos de tener una actitud de mansedumbre, dejándonos llevar por el Buen Pastor, aunque a veces no le comprendamos, pero fiándonos siempre de quien sabemos que nos ama más que nadie y quiere para nosotros la felicidad y la vida eterna.

Además, Jesucristo ha confiado a la Iglesia la misión de pastorear al rebaño del Pueblo de Dios.

Es el Papa, y los Obispos en comunión con Él, quienes tienen que pastorear el rebaño. De esta misión participan también los sacerdotes en la medida en que son colaboradores de los Obispos y reciben de ellos la misión pastoral, y también los laicos en la medida en que reciben de la Iglesia la misión para participar en la tarea pastoral (cf. Catecismo, 910s).

Por ello, nos hemos de preguntar si estamos escuchando la voz de la Iglesia, si estamos en comunión con ella, si somos dóciles a su enseñanza.

También hemos de pedirle al Señor que nos dé pastores según su corazón, que haga suscitar entre nosotros jóvenes valientes, capaces de aceptar el reto de entregarse totalmente por Jesucristo en la misión de cuidar y guiar al rebaño.

También debemos preguntarnos hoy cómo estamos viviendo nuestra misión pastoral los que tenemos alguna responsabilidad sobre los demás: sacerdotes, padres, padrinos, maestros, catequistas, educadores…

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio

Jn 10, 11-18. “Yo soy el Buen Pastor”. Hoy es el domingo del Buen Pastor. Jesús se presenta como el pastor que se preocupa y da la vida por las ovejas. Al asalariado no le interesan las ovejas, solo su beneficio personal. El buen pastor se caracteriza porque conoce a sus ovejas y ellas también lo conocen. Otra característica es que el buen pastor es consciente de que no todas las ovejas están en su redil y también se preocupa por las que están fuera, quiere atraerlas para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Como ovejas del rebaño de Jesús hemos de sentirnos agradecidos de tener un pastor que está siempre atento a nosotros. Hemos de conocer mejor a nuestro pastor y reconocer su voz cuando nos llama. Hemos de seguirle sin despistarnos ni equivocar el camino. Tenemos la certeza de que este pastor nos conoce y nos quiere, con Él andamos siempre seguros.

fiesta del 9 D'OCTUBRE

En la Diócesis de Valencia

Aniversario de la dedicación de la S.I. Catedral de Valencia.

En la Diócesis de Valencia

 Aniversario de la dedicación de la S.I. Catedral de Valencia.

(9 de octubre de 2023)

Al llegar esta fecha histórica en que recordamos el segundo nacimiento del pueblo cristiano valenciano, después de un periodo de oscuridad en el que nunca dejó de estar presente, conviene que tengamos presente esta festividad que nos hace presente el misterio de la Iglesia a través del templo mayor de nuestra archidiócesis, donde está la cátedra y el altar del que está con nosotros en el lugar de los apóstoles, como sucesor suyo. La sede de tantas peregrinaciones  y de innumerables vistas individuales, brilla en este día con la luz de la Esposa de Cristo, engalanada para las nupcias salvadoras.

El 9 de octubre evoca la fundación del reino cristiano de Valencia y la libertad del culto católico en nuestras tierras. Ese mismo día, la comunidad fiel valenciana tuvo de nuevo su iglesia mayor, dedicada a Santa María, y estos dos acontecimientos forman parte de una misma historia. Es una fiesta que nos afianza en la comunión eclesial en torno a la iglesia madre, donde tiene su sede el Pastor de la Iglesia local de Valencia, el templo que fue llamado a custodiar el sagrado Cáliz de la Cena del Señor, símbolo del sacrificio de amor de Jesucristo y de la comunión eucarística en la unidad de la santa Iglesia.

El aniversario de la dedicación

El 9 de octubre será para la comunidad cristiana de Valencia una fiesta perpetua, pero en cada aniversario resuena con más fuerza que nunca el eco de aquella preciosa y feliz celebración en que nuestro templo principal, la iglesia madre, apareció con la belleza que habían pretendido que tuviera aquellos generosos antepasados nuestros que lo comenzaron.

La belleza de la casa de Dios, sin lujos, pero con dignidad, tanto en las iglesias modestas como en las más importantes o cargadas de arte e historia, lo mismo que la enseñanza de sus signos, nos hablan del misterio de Dios que ha querido poner su tabernáculo entre nosotros y hacernos templo suyo.

Al contemplar las catedrales sembradas por Europa, en ciudades grandes o pequeñas, nos asombra el esfuerzo que realizaron quienes sabían que no verían culminada su obra. En nuestro tiempo, cuando domina lo funcional, nos resulta difícil comprender esas alturas “inútiles”, esos detalles en las cubiertas y las torres, esas moles que, cuando se levantaron, destacarían mucho más que ahora, entre casas de uno o dos pisos. Pero lo cierto es que también ahora se construyen edificios cuyo tamaño excede con mucho al espacio utilizable; nos dicen que es para prestigiar las instituciones que albergan, y eso es lo que pretendían nuestros antepasados para la casa de Dios y de la Iglesia; eso, seguramente, y otras cosas que se nos escapan.

Una construcción que no ha terminado

El aniversario de la dedicación nos recuerda un día de gracia, pero también nos impulsa hacia el futuro. En efecto, de la misma manera que los sacramentos de la Iniciación, a saber, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, ponen los fundamentos de toda la vida cristiana, así también la dedicación del edificio eclesial significa la consagración de una Iglesia particular representada en la parroquia.

En este sentido el Aniversario de la dedicación, es como la fiesta conmemorativa del Bautismo, no de un individuo sino de la comunidad cristiana y, en definitiva, de un pueblo santificado por la Palabra de Dios y por los sacramentos, llamado a crecer y desarrollarse, en analogía con el cuerpo humano, hasta alcanzar la medida de Cristo en la plenitud (cf. Col 4,13-16). El aniversario que estamos celebrando constituye una invitación, por tanto, a hacer memoria de los orígenes y, sobre todo, a recuperar el ímpetu que debe seguir impulsando el crecimiento y el desarrollo de la parroquia en todos los órdenes.

Una veces sirviéndose de la imagen del cuerpo que debe crecer y, otras, echando mano de la imagen del templo, San Pablo se refiere en sus cartas al crecimiento y a la edificación de la Iglesia (cf. 1 Cor 14,3.5.6.7.12.26; Ef 4,12.16; etc.). En todo caso el germen y el fundamento es Cristo. A partir de Él y sobre Él, los Apóstoles y sus sucesores en el ministerio apostólico han levantado y hecho crecer la Iglesia (cf. LG 20; 23).

Ahora bien, la acción apostólica, evangelizadora y pastoral no causa, por sí sola, el crecimiento de la Iglesia. Ésta es, en realidad, un misterio de gracia y una participación en la vida del Dios Trinitario. Por eso San Pablo afirmaba: «Ni el que planta ni el que riega cuentan, sino Dios que da el crecimiento» (1 Cor 3,7; cf. 1 Cor 3,5-15). En definitiva se trata de que en nuestra actividad eclesial respetemos la necesaria primacía de la gracia divina, porque sin Cristo «no podemos hacer nada» (Jn 15,5).

Las palabras de San Agustín en la dedicación de una nueva iglesia; quince siglos después parecen dichas para nosotros:

«Ésta es la casa de nuestras oraciones, pero la casa de Dios somos nosotros mismos. Por eso nosotros… nos vamos edificando durante esta vida, para ser consagrados al final de los tiempos. El edificio, o mejor, la construcción del edificio exige ciertamente trabajo; la consagración, en cambio, trae consigo el gozo. Lo que aquí se hacía, cuando se iba construyendo esta casa, sucede también cuando los creyentes se congregan en Cristo. Pues, al acceder a la fe, es como si se extrajeran de los montes y de los bosques las piedras y los troncos; y cuando reciben la catequesis y el bautismo, es como si fueran tallándose, alineándose y nivelándose por las manos de artífices y carpinteros. Pero no llegan a ser casa de Dios sino cuando se aglutinan en la caridad» (Sermón 336, 1, Oficio de lectura del Común de la Dedicación de una iglesia).

Jaime Sancho Andreu

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