El obispo emérito de Hwange (Zimbabwe) agradece toda la ayuda recibida de la diócesis de Valencia para seminaristas y formación Monseñor Serrano, de Zaragoza, ha colaborado con misioneros valencianos en el país africano desde hace más de 50 años

El obispo emérito de Hwange (Zimbabwe) agradece toda la ayuda recibida de la diócesis de Valencia para seminaristas y formación Monseñor Serrano, de Zaragoza, ha colaborado con misioneros valencianos en el país africano desde hace más de 50 años

En la imagen, monseñor Serrano. Arriba, en un vídeo de este año sobre la Jornada Mundial de las Vocaciones, de Obras Misionales Pontificias (OMP)

Monseñor José Alberto Serrano, natural de Zaragoza y obispo emérito desde 2021 de la diócesis de Hwange, en Zimbabwe, donde ejerce su labor misionera desde hace 52 años, ha agradecido la ayuda recibida de la diócesis de Valencia para asistencia y desarrollo en el país africano “que llega fruto de una exigencia evangélica, viendo siempre en el rostro de las personas, sean católicos o no, la dignidad humana” y que se destina, canalizada por los misioneros, a proyectos educativos, apoyo a seminaristas y a familias con escasos recursos.

En una reciente visita a Valencia, monseñor Serrano, de familia ilicitana pero nacido en Zaragoza y perteneciente a su Archidiócesis, ha expresado su gratitud “a toda la diócesis y a los valencianos que nos ayudan desde hace muchos años, también a la labor de los misioneros valencianos en Zimbabwe, y toda su labor por la gente y por el bienestar espiritual y material; a todos les pido por favor que no se cansen y que sigamos con este espíritu de cooperación mutua”, ha señalado.

Con 80 años cumplidos hace unos meses, monseñor Serrano regresará en breve a Zimbabwe “y allí estaré, en manos del nuevo Obispo, para hacer lo que me pidan y volver a ser un cura rural para estar cerca de la gente”, como ha hecho durante 52 años en el país, donde ha sido durante 14 años obispo de la diócesis de Hwange, una de las ocho existentes.

De todos sus años en África destaca como mensaje la “necesaria la cooperación entre las Iglesias, porque yo me siento enriquecido por mi experiencia en Zimbabwe y todas las personas que encuentro, con fe o sin ella, intento acercarles los valores que allí he conocido, de otras culturas de las que podemos aprender y nos pueden servir para nuestra vida cristiana”, indica el obispo emérito que además es miembro del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME).

Conexión Zimbabwe-Valencia, gracias a los misioneros: la huella de Alapont

A Zimbabwe llega ayuda desde la diócesis de Valencia, mucha de ella, canalizada a través de la Fundación Ad Gentes del Arzobispado, de parte de asociaciones y entidades que colaboran de forma altruista promoviendo numerosos proyectos de desarrollo, como un grupo de Tavernes de la Valldigna y el “Grup de Solidaritat amb el Tercer Mon” de Càrcer y Cotes.

Precisamente la Fundación Ad Gentes colabora con este colectivo solidario para enviar ayuda para seminaristas y familias necesitadas y también para sufragar la impresión y distribución de volúmenes de la Biblia en lengua nambya, a partir de 2010, iniciativa que hizo realidad el misionero valenciano Alexandre Alapont, destinado en Zimbabwe más de 50 años y que ahora reside en Valencia, cuya traducción realizó durante 29 años de trabajo.

Tal y como recuerda monseñor Serrano, la Iglesia católica está presente desde hace más de cien años en Zimbabwe “donde es respetada porque se valora la labor realizada en el campo de la formación -con escuelas y universidades-, y en cuanto al desarrollo de valores, algo que el Gobierno reconoce”.

En los 52 años que lleva en este país africano, monseñor Serrano ha conocido a varios misioneros valencianos que han dejado huella en Zimbabwe gracias a su “inmensa labor”, como el padre Alapont; Jesús Planells, natural de Torrent, que estuvo 30 años en Zimbabwe y fue enterrado allí tras su fallecimiento en 2004; o el alicantino Vicente Berenguer, misionero en Mozambique.

La ayuda desde España “llega a través de estos misioneros, es decir, a través de la Iglesia, pero se reparte entre todos los que la necesitan, sean o no cristianos, sin mirar ningún carnet sino “el estómago vacío o las necesidades en el corazón”.

El sacerdote Timothy Peacock y el padre Alexandre Alapont, en Valencia en 2017. Firma: I. Miñana

La solidaridad de Càrcer llega a más de 10.000 kilómetros

A raíz de una “cena del hambre” de Manos Unidas en la localidad valenciana de Càrcer, en 1992, varios voluntarios decidieron dar un paso más y contactar con algún misionero valenciano para apoyar proyectos concretos y establecer un vínculo con él y su labor misionera.

Así fue como nació el “Grup de Solidaritat amb el Tercer Mon” de Càrcer y Cotes y por iniciativa de Enrique Bono, “miembro valiosísimo fallecido recientemente”, tejieron una red de colaboración con Alexandre Alapont, misionero cerca de las cataratas del río Zambeze (Victoria Falls), en Zimbabwe, y posteriormente con su sucesor, el sacerdote inglés Timothy Peacock.

En la actualidad, el grupo lo conforman 165 personas de Càrcer, Cotes, Alcúdia, Valencia y muchos otros lugares que también colaboran con las acciones solidarias que emprenden cada año. Aunque Zimbabwe está a más de 10.000 kilómetros de Càrcer “los tenemos muy presentes, vale la pena trabajar por los demás, porque la causa sólo es una: las necesidades que existen. Queremos mucho a este país africano y todo lo que implica: la misión y las personas” destaca Magda Perucho, integrante de este grupo solidario, que subraya “la importante labor de los misioneros, que son los que canalizan la ayuda”.

Desde los años 90 comenzaron a sumar socios y a organizar actividades para recaudar fondos para proyectos en Zimbabwe, como las Escuelas de Mashala, con la reforma y construcción de aulas, una biblioteca, cocina y una casa para los maestros; y la Escuela de Primaria en Kasibo, en la provincia de Hwange, una comunidad adentrada en la selva.

También promovieron la construcción de un aulario, una casa para maestros y una fuente en Dambuankulu, una población muy pobre cerca del río Zambeze y desde hace varios años colaboran en otro proyecto educativo en Neshishala, cerca de la Escuela de Mashala, “del que está pendiente la construcción de más aulas en un instituto de Secundaria, que ya tiene varias en marcha, y un internado para chicos, el de chicas ya está”.

El Grup de Solidaritat ha realizado cinco viajes a Zimbabwe y fruto del primero, en 1995, surgió la idea de colaborar sufragando becas para seminaristas del Seminario Mayor, que está cerca de Harare, la capital del país, para seminaristas de las ocho diócesis de Zimbabwe pero también de otros países africanos. Actualmente hay siete becas en marcha y gracias a las de años anteriores se ordenaron seis sacerdotes.

Además, este colectivo solidario también ayuda a 18 familias sin recursos, con aportaciones económicas que se canalizan, desde la Fundación Ad Gentes, a través del Obispado y del padre Peacock.