“Cáritas está llamada a hacer visible lo invisible” Aurora Aranda, directora de Cáritas Diocesana de Valencia

“Cáritas está llamada a hacer visible lo invisible” Aurora Aranda, directora de Cáritas Diocesana de Valencia

La primera mujer que ocupa la dirección y que lo hace procedente de la organización.Trabajadora social en Cáritas Valencia desde 1993, en septiembre de 2020 fue nombrada secretaria general. “Tenemos muchos sueños y queremos hacerlos posibles con la gente de nuestra diócesis. Tenemos un voluntariado realmente transformador de la sociedad”. La sensibilización es uno de sus retos para seguir construyendo la Cáritas del futuro.

Lleva unida a Cáritas gran parte de tu trayectoria vital. ¿Cuál es tu primer recuerdo o por qué viene tu primer contacto con Cáritas?

Con 16 años ya acudía a Cáritas a desarrollar tareas de voluntariado. La Cáritas parroquial la he vivido vinculada a una comunidad, a los salesianos, en la parroquia de San Antonio Abad, en la calle Sagunto (Valencia), y también colaboraba de voluntaria en el albergue de los Hermanos de San Juan de Dios, que estaba cerca de nuestra parroquia. También tengo mis primeros recuerdos ayudando a coger el teléfono en Cáritas Diocesana cuando aún estábamos en Trinitarios, y atendiendo a la gente que venía. La sensibilidad siempre ha estado ahí, había un camino de inicio, y cuando me decidí profesionalmente a estudiar Trabajo Social social, se vincularon ambas cosas. Por tanto, dos miradas: la parte más personal, desde el compromiso como creyente y la cercanía a la acción social como miembro de una comunidad parroquial, y la parte profesional. Además en mi casa siempre ha habido un gran compromiso con la realidad social, mis padres siempre han estado muy involucrados en temas sociales, en movimientos asociativos, ha formado parte de mi vida.

¿En qué momento crees que se encuentra Cáritas tras haber crecido como organización?

Siempre ha estado vinculada a los más frágiles, pero se ha modernizado. Siempre miro a Cáritas con mucha esperanza, como creo que tiene que ser la mirada de los cristianos dentro de la Iglesia. En estos más de 60 años que hace poquito celebrábamos, no se ha apartado un ápice de la misión. Ha ido innovando, incorporando nuevos proyectos ante realidades que han ido surgiendo. Cáritas tiene sentido desde el compromiso de la comunidad cristiana, que se hace cercana a las realidades de sufrimiento y fragilidad. Y en eso Cáritas ha ido creciendo: casi 430 Cáritas parroquiales. El desarrollo comunitario es el verdadero corazón. De hecho, hoy tenemos una mirada muy territorial de toda la acción de Cáritas, creo que somos referentes incluso a nivel de Cáritas española. Estamos en momento de seguir caminando y construyendo. Hay una base muy fuerte de voluntariado muy comprometido, del que casi muchas veces ya no tenemos que tirar, sino que tira de nosotros. Las gotas y las semillas de todas las personas que han pasado por Cáritas han ido sembrando. Es como un árbol, la raíz permanece estable, que es nuestra misión, nuestra vocación, y a partir de ahí unas ramas nacen fuertes y Cáritas es capaz de abrir otra rama, busca la realidad del momento para dar respuesta a los retos, que son muchos con los tiempos que vivimos y con los que se avecinan.

Me pregunto si el hecho de que sea una entidad de la Iglesia ha dificultado el acceso a ayudas públicas o privadas, o a entrar en alguna red de organizaciones.

El camino de Cáritas nunca ha estado exento de dificultades y a veces nos ha costado encoentrar nuestro sitio en la sociedad civil y en los ámbitos públicos, en el que Cáritas ha ido entrando -y tiene que seguir-. Por ejemplo, en los municipios más pequeños, han querido vernos como una entidad al margen de la Iglesia, y cuando nosotros hemos dicho no, nosotros somos Iglesia, nos decían, queremos ayudar a Cáritas, no queremos ayudar a la Iglesia. Cáritas es la Iglesia, por tanto, la ayuda que quieras concedernos es a la parroquia.Y en cambio cuando ha habido situaciones de emergencias, o de crisis complicadas, la administración enseguida ha venido a confiar en nosotros. Cáritas siempre ha dado razón de lo que es, nunca ha escondido que Cáritas es Iglesia. Ni para las personas que estamos en Cáritas, ni para el voluntariado, ni siquiera hacia afuera. Y cuando alguien no lo ha entendido, no pasa nada, ahí nos hemos quedado. Cáritas siempre ha mantenido sus puertas abiertas para cualquier persona, institución o entidad. Aquí acuden personas no creyentes que confían en Cáritas y colaboran en algunas de las acciones que desarrollamos. Creo que damos un testimonio de Iglesia abierta, en salida, como quiere el Papa, y creo que eso es muy positivo. Cáritas ha mantenido siempre buena relación y disposición al diálogo con cualquier administración, sea de un partido, sea de otro, siempre buscando el beneficio de las personas que acompañamos. No hemos estado exentos de críticas, desde lo más sencillo, nos hemos juntado en plataformas con otras entidades y, a veces, esto no se ha visto bien… Pero vamos por delante diciendo que Cáritas es Iglesia, no somos una ONG, no somos algo que hoy se abre y se cierra. Somos la Iglesia haciendo realidad el compromiso por los últimos. Creo que esa transparencia nos ha permitido poder decir “hoy no nos encontramos, pero igual en un futuro, sí”.

¿Cuál es el comportamiento de los católicos valencianos a la hora de apoyar a Cáritas?. ¿La ayuda procede de la implicación de las comunidades parroquiales, parte de las ‘empresas con corazón’ con las que trabajáis?

Cáritas se ha esforzado mucho para que nuestros fondos no dependan sólo de la administración pública. El verdadero sentido de Cáritas, de la comunión cristiana de bienes, tiene que ver con que los fondos vengan de las comunidades parroquiales y también de la sociedad en general que se sienta sensible a la realidad que Cáritas acompaña cada día. Tenemos casi un 70% de fondos propios a través de empresas, de donaciones, de herencias, la colecta del Día de Caridad, aportaciones de parroquias, de quienes quieren que el último destino de sus bienes vaya destinado a un compromiso social, y un 30% de financiación que puede venir de la administración pública. Esto es algo que intentamos mantener porque queremos la independencia de Cáritas y sobre todo el sentir de Cáritas como entidad de Iglesia.

El sostenimiento de la acción caritativa y social de Cáritas viene en su mayor parte por las comunidades parroquiales, y en estos últimos años de la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) de empresas que han creído en Cáritas. De las empresas no solo buscamos apoyo económico, sino que puedan ofrecernos puestos de trabajo, participar de nuestros procesos de inserción, en los talleres de búsqueda activa de empleo, es decir, como instrumento de sensibilización, porque la empresa está formada por muchas personas que llegan a otras muchas personas. Ver trabajando a personas en situaciones de exclusión o de vulnerabilidad y que estas empresas hayan tenido en cuenta estos procesos de acompañamiento, para nosotros es una satisfacción grandísima y también lo es para las empresas. Y luego muchísima gente que confía en Cáritas. La colecta de Ucrania fue la mayor de la historia de la diócesis y la segunda a nivel nacional. En pandemia, dimos respuesta por la generosidad de la sociedad valenciana. Hay confianza en Cáritas y en que la Iglesia destina el dinero realmente a las personas que lo necesitan.

Seguramente falte una radiografía interna del momento actual de la Iglesia porque los informes son de encuestas externas, que afirman que avanzamos en secularización, ¿le preocupa cómo puede afectar a Cáritas?

Con las personas más jóvenes tenemos que entrar en otras dinámicas de contacto porque su compromiso con su forma de vivir es diferente. Teniendo en cuenta que Cáritas se desarrolla a través de comunidades parroquiales no sé si corremos el riesgo de que Cáritas pierda ese peso en el caso de que los jóvenes no se sientan tan vinculados. Es un miedo que existe a que la falta de jóvenes haga que nuestras comunidades parroquiales queden vacías, pues el mayor activo que tiene Cáritas es el voluntariado. Hay un montón de intangibles que no se cuantifican y que tienen que ver con la calidad y la calidez que Cáritas aporta en los espacios, en las comunidades parroquiales. Cáritas desaparecerá antes si las personas que formamos parte de las comunidades parroquiales dejamos de ser sensibles a la mirada de la persona que sufre, porque es más fácil que alguien pueda darte una aportación económica, a que diga doy parte de mi tiempo. Por eso este año vamos a trabajar especialmente el voluntariado, gran riqueza de Cáritas y ver cómo abrimos nuevos espacios para el compromiso de los jóvenes.¿Dónde están los jóvenes hoy, los tenemos en las parroquias?¿No los tenemos?. Pues tenemos que buscarlos, salir al espacio donde se mueven. Por tanto, la parte económica nos preocupa, pero la verdadera preocupación es que si no hay relevo, Cáritas entonces sí que tendrá un problema grave porque nuestro espacio es también el de la escucha, el del acompañamiento, el de mujeres reuniéndonos para hablar de lo que preocupa, el de una actividad con menores, las clases de castellano. El compromiso del voluntariado es fuerte, el compromiso de Cáritas como parte de la Iglesia es fundamental.

Con ese alto nivel de reputación social y de reconocimiento de la labor de Cáritas ¿no han tenido vocación de transformarse buscando mayor influencia?

Queremos ser reconocidos por la sociedad y por la comunidad cristiana como una entidad que da respuesta a las necesidades de laspersonas que más sufren y que se sepa que Cáritas es la Iglesia que da respuesta a esas necesidades. Pero no vamos a entrar en otra clave. Cuando en algo no estamos de acuerdo, lo hemos dicho, lo hemos denunciado y anunciado, porque esta mirada también es muy de Cáritas: hacer un proceso de incidencia, reclamar pero también plantear cuál es la alternativa y la propuesta, no una denuncia gratuita, estamos en contra de esto, sino intentar buscar cuál es la alternativa que creemos.
Sí que es verdad que Cáritas Española, en las últimas elecciones viene haciendo sus propuestas. Y depende de las elecciones, si es a nivel estatal o a nivel local, o nos reunimos o abrimos las puertas de nuestra casa a poder sentarnos con los diferentes partidos políticos, y plantear qué es lo que nos preocupa. Y en ese sentido son propuestas políticas, porque requieren luego de leyes, de modificaciones legislativas, para poder desarrollarlo. Lo que no entramos es en la batalla política, y no necesitamos sentirnos partícipes de espacios políticos.

 

Cuénteme alguna historia que le haya tocado el corazón, esas pequeñas heriditas que se quedan cuando tratan con tanta gente con dificultades.

Creo que uno entra en Cáritas y siempre sale tocado. Tocado que no hundido, pero siempre tocado. Hoy en día estamos en un mundo en el que todos tenemos muchas barreras y sentirnos tocados a veces nos da mucho miedo. Es complicado, porque luego vuelves a tu casa con tu situación, con tus comodidades, con tu vida, y ahí es donde tienes esta confrontación. A mi en Cáritas me tocan el corazón siempre dos realidades. Recuerdo en mis inicios en Cáritas que vino un día una mujer que necesitaba apoyo económico pero también que sus hijas entraran en un movimiento juvenil, tipo Juniors M.D., de una parroquia, que pudieran establecer relaciones de amistad. Pues hace un año, en esta etapa última de secretaria general, nos volvimos a encontrar y lo que más me tocó fue, con todo el apoyo que dimos en aquel momento a las niñas, verlas ahora adultas con su horizonte vital construido. Ahí está la mirada de Cáritas, lo que sembramos, tiene luego un recorrido. Cómo hemos ayudado a construir historias de vida y proyectos vitales. Y a mí me toca siempre mucho el compromiso de las personas voluntarias. A cualquier Cáritas parroquial a la que vamos están preparando la comida, los recursos que sacan todo destinado a la parroquia, capaces de dar lo mejor de sí mismos, llueva, truene, tengan lo que tengan en casa, en su vida personal por algo mayor. Eso me llena y esa es la esperanza que veo en Cáritas y veo en la Iglesia: que personas más allá de lo que estén pasando en su vida, son capaces de estar comprometiéndose, trabajando. A mí me emociona, y da valor a nuestra Iglesia y a Cáritas.

Como Secretaria General ya tenía el pulso de Cáritas, y ahora estamos en un paso más, acaba de llegar a la dirección, ¿cómo le gustaría poder hacerla evolucionar?

Todas las personas que trabajamos en Cáritas diariamente soñamos la Cáritas del futuro. Hay dos o tres claves de horizonte que para mí son importantes. Primero, cómo generar procesos de incorporación de un voluntariado transformador de la sociedad. La segunda, la mirada comunitaria. Cáritas está llamada a seguir construyendo y generando comunidades abiertas, fraternas, inclusivas, donde realmente la acción caritativa y social se viva por toda la comunidad. Cómo Cáritas, encaja no como un grupo más de la parroquia, sino como una misión verdadera de la comunidad parroquial. Donde las personas más frágiles puedan desarrollar su proyecto vital y su dimensión espiritual, donde puedan construirse como personas y como familia también.

Como dice el Papa, ser ‘hospital de campaña abierto’. Y muy importante, la sensibilización, situarnos en la sociedad civil también, en el trabajo con otras entidades, con otras empresas. Estamos haciendo una apuesta grande por seguir ampliando la sensibilización en colegios y universidades, para que esa mirada vaya calando y cuando la persona encuentre su momento, sepa que en Cáritas puede ejercer ese compromiso de voluntariado.Y siempre la mirada abierta a la realidad del momento, es decir, históricamente Cáritas ha dado un paso adelante cuando ha habido una realidad y luego la realidad ha ido desapareciendo y reconvirtiéndose, en el pasado, por ejemplo, con los enfermos de SIDA. Actualmente trabajamos para evitar en los menores la transmisión intergeneracional de la pobreza, que nos preocupa muchísimo. O las personas con soledad no deseada, o en situación de sin hogar, o las mujeres en contexto de prostitución y trata. O la importancia de los itinerarios de inserción sociolaboral, porque el trabajo dignifica, o la formación para el empleo. Cáritas está llamada a hacer visible lo invisible, y esas realidades están hoy invisibilizadas.

Por tanto, muchos sueños, pero sobre todo, hacerlos posibles con la gente de nuestra diócesis. Creo que la tarea de la dirección de Cáritas tiene mucho de cercanía al corazón de Cáritas que son las comunidades parroquiales y las Cáritas parroquiales. Me veo totalmente comprometida con la cercanía en el día a día, en el estar. Cáritas tiene una red de coordinadoras de vicaría, de compañeras que acompañan al territorio día a día, y creo que lo que represento puede aportar ese plus de decir que Cáritas está con vosotros, para vosotros y a vuestro lado, en todo momento. Seguimos soñando.