Mons. Benavent destaca que “el camino de conversión al que nos invita Dios en Cuaresma es volver al amor” En la misa del Miércoles de Ceniza celebrada en la Catedral

Mons. Benavent destaca que “el camino de conversión al que nos invita Dios en Cuaresma es volver al amor” En la misa del Miércoles de Ceniza celebrada en la Catedral

El Arzobispo, durante la celebración de la misa del Miércoles de Ceniza (Firma fotografías: Alberto Sáiz)

El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, presidió, ayer en la Catedral, la eucaristía del Miércoles de Ceniza con la que comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma durante el cual “el camino de conversión al que Dios nos invita es volver al amor y conocer su amor”.

“Iniciamos el tiempo litúrgico que nos llevará a la celebración de la Pascua, una fiesta que hemos de celebrar con un corazón y un espíritu nuevo”, destacó monseñor Benavent, añadiendo: “la Cuaresma es un tiempo de conversión, renovación y transformación de nuestro espíritu, para dedicarnos a la oración con más intensidad, valorar nuestros actos e intenciones, desde la mirada que nace de la fe”.

El punto de partida de ese “camino de conversión al que Dios nos invita es tener una idea clara de la verdad de nuestra vida: toda ella está envuelta por la gracia de Dios, a lo que debemos responder con gratitud”. Al respecto, precisó que “el elemento fundamental y determinante de nuestra vida es el amor de Dios hacia cada uno de nosotros y el reconocimiento de que ese amor es lo que da sentido a todo”.

En esta línea, el Arzobispo indicó que “a veces nuestros intereses, afán de autosuficiencia y egoísmos hacen que no lo veamos” y, por ello, en la Cuaresma, también “es necesario reconocer nuestra ingratitud: Dios nunca se cansa de perdonar pero nosotros sí nos cansamos de pedirle perdón”.

En este tiempo litúrgico “debemos vivir la conversión desde la autenticidad, no de forma superficial”, de forma que “miremos lo que hacemos, nuestras acciones, pero también cómo lo hacemos: dar limosna con amor, orar desde el amor a Dios, ayunar con humildad”, concluyó el Arzobispo, incidiendo en la necesidad de “analizar nuestras motivaciones en este camino de conversión, para vivir ese ayuno, oración y limosna desde lo profundo del corazón”.