La diócesis de Valencia celebra este domingo el Día del Seminario con oraciones y colectas en las parroquias Con el lema “Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino”

La diócesis de Valencia celebra este domingo el Día del Seminario con oraciones y colectas en las parroquias Con el lema “Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino”

La archidiócesis de Valencia celebrará este próximo domingo, 6 de marzo, el Día del Seminario, un día para rezar especialmente por los seminaristas que en Valencia se preparan para ser sacerdotes y “para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales”, tal y como destacan desde la Subcomisión Episcopal para los Seminarios de la Conferencia Episcopal Española (CEE). También se realizarán colectas para colaborar en la misión del Seminario Metropolitano de Valencia.

Este año la jornada tiene como lema “Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino”, en sintonía con el Sínodo sobre la sinodalidad que se está celebrando en estos momentos en la Iglesia. “El Sínodo universal en el que nos encontramos nos hace a todos ponernos en camino juntos”, explican desde la CEE. “Junto al Sínodo, dos palabras: sacerdotes y servicio. Sacerdotes, en plural, recordándonos el sentido del seminario y llamándonos a acrecentar nuestra fraternidad. Los sacerdotes no han sido llamados para estar solos. El seminario nos enseña la im-portancia de la comunidad y la necesidad de vivir una sana fraternidad”, añaden.

Desde el organismo de la CEE también explican que la vocación sacerdotal es un servicio: “En el seminario, los seminaristas aprenden a vivir el servicio y a servir a los hermanos, como parte integrante y fundamental de la vocación.

“Los intereses egoístas y el provecho propio han de desterrarse y deben dejar lugar al desarrollo de una vocación recibida para ser entregada. Sólo desde la entrega la vocación recibe todo su sentido”.

“Si decíamos que el ejemplo de la fraternidad sacerdotal constituye un impulso para los jóvenes que se plantean la vocación sacerdotal, también podemos afirmar que el testimonio de una vida entregada en el servicio infunde ánimos en el corazón de los jóvenes, deseosos de entregarse por completo a una tarea apasionante”, concluyen.

Rector del Seminario de Valencia: “Seguimos experimentando la necesidad de más vocaciones”

El Seminario, como explica el rector del Seminario Mayor de Valencia, Fernando Ramón, “también quiere estar a la escucha de las necesidades de nuestra Iglesia local, atender a los acentos que hay que poner hoy en la formación para responder a los retos que nos plantea nuestra sociedad”.

“Seguimos experimentando la necesidad de más vocaciones. Hace falta promover y educar la actitud de escucha en niños y jóvenes. Solo así estarán abiertos a lo que el Señor les pueda pedir, confiando en su respuesta generosa”, añade.

Uno de los aspectos esenciales de los seminarios en su camino formativo son las experiencias pastorales que realizan siendo seminaristas. Estas experiencias se realizan en parroquias, donde acuden los fines de semana y se ponen al servicio del párroco y de la comunidad que los acoge.

En el curso 2021-2022, el Seminario Mayor “La Inmaculada” cuenta con un total de 13 nuevos ingresos, 12 de ellos seminaristas que iniciaron el curso propedéutico, etapa anterior al inicio de los estudios teológicos. En total, el Seminario de Moncada comenzó el curso con 49 seminaristas.

TESTIMONIO DE SEMINARISTAS:

Bruno Jiménez: “Mi misión es estar presente en la parroquia y veo que el Señor me da más de lo que doy”

Bruno Jiménez, del Seminario Mayor, de 24 años y de Algemesí, está realizando la pastoral en la parroquia Santos Juanes de Cullera. “Mi misión allí es ser uno más y hacer presente en medio de esa realidad que hay uno que ha tomado el camino al sacerdocio”, explica. En su labor, destaca el contacto con los jóvenes de la parroquia. “Mi presencia en medio de ellos hace que me traten como uno más y también que pueda conocerlos y saber cuáles son sus preocupaciones”. Para Bruno, la misión del sacerdote “más que un servicio es una forma de enriquecerse”. “Yo ya estoy viendo que el poder ayudar a los demás, a los más pobres, a los que más lo necesitan, me ayuda mucho y el Señor me da más de lo que doy. Veo en los rostros concretos que ahí está Cristo”, añade.

Este joven está en el cuarto curso del Seminario y explica que tras este tiempo se siente “muy bendecido”. “Veo que es mejor que lo que yo esperaba, el Señor me da cada vez más cosas, el ciento por uno. También la convivencia en el Seminario, con chicos de diferentes realidades, es una gran riqueza que nos ayuda a todos”, resume.

Jaume Pastor: En el Seminario “se va forjando un corazón de pastor que no hace acepciones”

Por su parte, Jaume Pastor, del Seminario Mayor, tiene 24 años y es de Valencia. Uno de los aspectos que destaca del Seminario es la vida en comunidad: “Yo tiendo a ser solitario e independiente y la vida en comunidad, aunque al principio parece un fastidio, me ha ayudado mucho, ya que me hace salir de mi mismo para ponerme al ritmo de los demás”. Además, el vivir juntos, como cuenta, “me ha hecho que se conozca más, ya que la convivencia en el día a día hace que salga como eres, y también que pueda surgir la corrección entre nosotros”.

En este tiempo de seminarista también apunta que se va forjando “un corazón de pastor donde aprendes a no hacer acepción de personas y a poder estar en contacto y al servicio de todos”. Jaume, que desde joven tenía claro que quería entregar su vida a Dios de una forma u otra, también ve importantes “no vivir en una burbuja y ajenos a la realidad”. “Tenemos que conocer cómo es el mundo y cuál su lenguaje para poderles anunciar a Jesucristo”, añade.

Raúl Montalvá: “Estoy aprendiendo a escuchar a todos”

Raúl Montalvá tiene 27 años y es de Alzira. Este año realiza la experiencia pastoral en la La Seu de Xàtiva. Allí da catequesis de Confirmación y ayuda en las misas propias de La Seo y de la parroquia Sant Francesc, entre ellas la de niños. “Esta experiencia me está ayudando a ver cuál es la realidad y estoy aprendiendo a saber escuchar, a mejorar el trato con todos y a identificar a Cristo en todos ellos y servirlo”, cuenta.

En la parroquia, añade, “te das cuenta de las dificultades que existen y la necesidad de poder dar una palabra de salvación”. Para Raúl un sacerdote “tiene que ser una persona con un corazón abierto, que sepa acercarse a la gente y que transmita el amor incondicional de Dios”. Además, para los seminaristas, como él mismo apunta, “vivir estas experiencias pastorales nos ayuda a poner ya rostros concretos a las personas que tenemos que ser luz”.

Vocaciones surgidas gracias a las convivencias del Seminario Menor

David Escribano cursa actualmente 2º de Bachiller y es de Alboraya. Conoció el Seminario a través de su hermano que ya era seminarista. “En una eucaristía me pregunté inte- riormente qué pasaría si yo fuese seminarista también. En el momento de la proclamación del Evangelio escuché “todo varón primogénito será consagrado al Señor”. Esa frase me impactó mucho porque, de los hermanos, yo soy el mayor. Y el momento de la consagración creó en mí un sentimiento de gran emoción”, explica. Tras este momento y al comentarlo con su hermano decidió participar en una convivencia vocacional -que fue también la última del curso, pues llegó el confinamiento-. Tras meditarlo, decidió entrar en el Seminario. Y de eso ya hace dos años.

Por su parte, Miquel Pla, que cursa 4º de la ESO, afirma que está en el Seminario “porque siento que el Señor me llama a ser sacerdote, y siento que me llama a través de mi familia, amigos y sacerdotes”. Su vocación empezó a los 9 años tras asistir a diversas convivencias de monaguillos en el Seminario Menor, “gracias a que mis hermanos eran seminaristas”.

Las convivencias le ayudaron a discernir su vocación y en 6º de Primaria entró como seminarista externo -viven en casa y acuden al Seminario dos fines de semana al mes-. “Sentí que el Señor me llamaba a algo más, pero no quise escucharle” y siguió siendo seminarista externo hasta 2º ESO. “Ese año, sin dudarlo, fue el que más mal lo pasé a nivel de fe y de vocación. A mediados de marzo de 2020 mi padre falleció por un tumor que le habían diagnosticado 6 meses antes. Fue un golpe muy duro para toda mi familia. Durante el confinamiento me replanteé lo de ser seminarista. Estaba muy enfadado con el Señor y sentí deseos de dejar el Seminario. Pero durante lo que quedó de año el Señor me demostró que me quería a mí y a mi familia y que nos había hecho un regalo con los 6 meses de vida de mi padre”. Ese mismo verano quiso entrar definitivamente en el Seminario pero no era el momento adecuado. Desde hace 6 meses ya es seminarista interno del Menor.

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