
13 May Jóvenes de Hakuna comparten una “Hora Santa” con los internos del Centro Penitenciario de Picassent “Ha sido una experiencia sobrecogedora y emocionante en el encuentro con El Señor”
- Los presos estaban “sedientos, atentos y no acudieron por obligación, sino porque había algo o `Alguien´ que los estaba tocando por dentro”
- “Al bajar a los márgenes, no somos nosotros los que llevamos a Cristo, sino que es Él quien ya está allí… y nos deja encontrarlo entre rejas”
Un grupo de jóvenes del movimiento Hakuna en Valencia ha entrado en el Centro Penitenciario de Piscassent para celebrar una “Hora Santa”, con música, misa y Adoración al Santísimo, una experiencia sobrecogedora y emocionante que han podido compartir con los internos en este encuentro con el Señor.
Hakuna, que ora a través de la música, tomando como base canciones y letras de Hakuna Group Music, ofreció esta celebración en el Área sociocultural de preventivos, donde se dieron cita numerosos internos de varios módulos, “un regalo inmenso” como indica Víctor Aguado, de la Pastoral Penitenciaria, organizadora de esta iniciativa.
Según expresan los propios jóvenes de Hakuna “fuimos unos pocos en representación de todos y lo que se vivió allí dentro fue mucho más que una hora Santa: fue un momento sagrado. De esos que te remueven por dentro y te hacen mirar la vida con otros ojos”.
Los presos estaban “sedientos, abiertos, atentos y no acudieron por obligación, sino porque había algo —Alguien— que los estaba tocando por dentro”, afirman.
La celebración fue intercalando las canciones, “que iban cayendo una tras otra como bálsamo: Noche… Un segundo… Huracán… Vértigo y, de pronto, el ambiente se volvió menos pesado y se notaba que había una esperanza y una alegría que brotaba desde dentro de cada uno de sus corazones, se respiraba más paz”.
“Dios se mueve en los lugares más inesperados”
Los jóvenes de Hakuna agradecen esta experiencia porque “ir a la cárcel, cantar allí, estar tan cerca de personas que cargan con tanto… ha sido duro, pero también brutalmente real. Nada forzado, nada artificial. Todo auténtico. Ver sus miradas, su silencio, cómo se dejaban tocar por las canciones… ha sido fuerte. Me he ido con una mezcla rara de paz, impacto y muchas preguntas. Pero también con la certeza de que Dios se mueve en los lugares más inesperados. Y hoy, sin hacer ruido, lo ha vuelto a hacer”, afirma uno de los participantes miembro de Hakuna.
Conforme recuerda en la cita de Mateo 25, 36 “Estuve en la cárcel, y vinisteis a verme”, “al bajar a los márgenes, no somos nosotros los que llevamos a Cristo, sino que es Él quien ya está allí… y nos deja encontrarlo entre rejas”. “Hoy, la cárcel ha sido Iglesia. Y Jesús, como siempre, ha pasado”.
Igualmente, otro de los jóvenes de Hakuna asegura que para él también ha sido una “experiencia enriquecedora”. “No es ningún logro, ni mucho menos, pero no todos tienen la oportunidad de servir en la cárcel y lo agradeceré de por vida. El haber ido, el haber hablado con ellos, el que hayan visto caras distintas, el haber cantado juntos… no tiene valor en este mundo. Servir, servir y servir es lo que quiero ahora mismo. ¡Donde sea!”.