El Arzobispo de Valencia visita Alboraya para celebrar el 675 aniversario del “Milacre dels Peixets” Preside la solemne procesión y una eucaristía en la plaza de la Constitución

El Arzobispo de Valencia visita Alboraya para celebrar el 675 aniversario del “Milacre dels Peixets” Preside la solemne procesión y una eucaristía en la plaza de la Constitución

FOTOS «A. Saiz/AVAN»

El Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidió ayer por la tarde, en la localidad valenciana de Alboraya, la solemne procesión eucarística y una solemne misa de acción de gracias por el 675 aniversario del “Milacre del Peixets», que conmemora, según la tradición popular, la aparición de unas formas sagradas en la boca de unos peces, en el año 1348.

Así, ayer tuvo lugar el traslado del Santísimo desde la Ermita a la Casa de la Cultura desde donde partió la procesión hasta la plaza de la Constitución, donde el Arzobispo presidió la solemne eucaristía en acción de gracias por este aniversario.

Igualmente, el lunes por la mañana se celebró la Misa solemne en la Ermita del Milacre dels Peixets tras la que hubo exposición del Santísimo y turnos de vela.

Los actos programados con motivo del 675 aniversario del “Milacre del Peixets» comenzaron en Alboraya el pasado 19 de mayo, con varias celebraciones y actividades culturales y festivas, que se han desarrollado a lo largo del mes.

FOTOS «A. Saiz/AVAN»

Entre ellas, ha figurado la celebración de una Vigilia extraordinaria de la Adoración Nocturna, un Tríduo eucarístico, charlas y conciertos, así como la inauguración y bendición del nuevo órgano de la parroquia que fue presidida por el Obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros.

“Miracle dels peixets”

Según recoge la tradición, en 1348 un sacerdote llevó una arquilla con las sagradas formas a un morisco moribundo de Almàssera, que dependía eclesiásticamente de la parroquia de Alboraya. Al cruzar el barranco del Carraixet el sacerdote cayó del caballo y perdió las formas consagradas en el agua.

Ante este suceso, los vecinos, en su búsqueda, fueron a la desembocadura y vieron cómo tres peces -según la tradición de Alboraya- sostenían en sus bocas las formas y se las daban al cura. Ante aquel hecho, “el pueblo de Alboraya promovió procesiones y la construcción, en el lugar donde aparecieron, de una ermita sobre la que se construyó, en 1907, la actual ermita marinera”.