
29 Sep San Antonio de Benagéber, una residencia con alma social para los mayores más vulnerables El reto del envejecimiento no es solo sanitario, sino también humano y social
En el Día Internacional de las Personas de Edad, la Residencia de Mayores San Antonio de Benagéber recuerda que el reto del envejecimiento no es solo sanitario, sino también humano y social. Nacida de la mano de Cáritas para atender a ancianos sin recursos, hoy sigue siendo un refugio para quienes arrastran historias de soledad y exclusión.

La Residencia de Mayores San Antonio de Benagéber. (Fotos: V. Gutiérrez/ Delegación Medios de Comunicación Arzobispado Valencia)
La Residencia de Mayores San Antonio de Benagéber abrió sus puertas en el año 1979 fruto de una urgencia detectada por Cáritas Diocesana de Valencia: la falta de recursos para atender con dignidad a ancianos enfermos y sin medios. “A finales de la década de 1970 se evidenció que había un colectivo muy grande de personas mayores sin recursos económicos que necesitaban atención sociosanitaria, a los cuales no se les podía atender con dignidad porque no había recursos socioasistenciales”. Gracias a la cesión de la “Colonia San Marcelino” del Arzobispado de Valencia, el proyecto se hizo realidad.
Cuatro años más tarde nació la Fundación San Antonio de Benagéber, con el objetivo de “atender cualquier forma de marginación social, tanto en cuanto a la de las causas que la producen como en cuanto a las personas que la sufren, siempre de acuerdo con los valores trascendentales del Cristianismo, y conforme al sentido cristiano de la existencia”. Desde entonces, la misión permanece intacta. “Quizá la distinción más importante con otras residencias sea ésta: no tiene plazas privadas dirigidas a obtener un beneficio económico. Más bien al contrario, convierte estas plazas para dar acogimiento a coste cero a personas mayores sin recursos”, explica José Sancho-Tello, su director.
Actualmente, el centro dispone de 80 plazas: 73 concertadas con la Conselleria de Servicios Sociales y 7 destinadas a personas en situación de exclusión, derivadas de Cáritas. “Se caracterizan por una historia de desvinculación, aislamiento y soledad. Son personas generalmente con poca dependencia física, pero con una gran carencia de recursos sociales, familiares y también económicos”, indica Sancho-Tello
CUMPLIENDO LOS ESTATUTOS FUNDACIONALES
Atender a mayores en exclusión no es solo un gesto solidario, sino el corazón mismo del proyecto. “Supone seguir cumpliendo con los Estatutos fundacionales, que mantenemos vivos y que conforme pasan los años siguen siendo plenamente necesarios. Lo fueron en el siglo XX y lo son en el XXI”. La “cara” de la vulnerabilidad sigue existiendo y sigue siendo necesaria nuestra atención y acompañamiento a los excluidos de la sociedad. En este sentido, “estamos asociados a Lares Comunidad Valencia, la asociación de residencias y centros de mayores del Tercer Sector, con quienes compartimos Ideario y con quien multiplicamos las sinergias”.
El modelo se sostiene gracias a una combinación de financiación pública y privada. “Las plazas concertadas se financian a través del contrato con la Conselleria de Servicios Sociales, pero el coste de las Plazas Sociales lo cubre la propia Fundación con la ayuda de socios, donantes, empresas y fundaciones privadas”.
Esa apuesta tiene también un valor comunitario: “Nuestro modelo aporta la prioridad en la atención a los que más lo necesitan. Queremos que se visibilice que los centros so-cio-sanitarios también pueden acoger a personas vulnerables socialmente. La necesidad no solo viene de la dependencia física, sino también de la dependencia social”.
MAYORES MÁS LONGEVOS, PERO CON MÁS DEPENDENCIAS
El paso de las décadas ha cambiado el perfil de los residentes. “Las personas mayores han ganado en edad, en esperanza de vida, pero también en acumulación de dependencias. Cada vez vivimos más, pero con pluripatologías. Se alarga la vida, y también la dependencia”, señala Amparo Ruiz, trabajadora social de la residencia.
Además, los problemas de salud mental se han hecho más visibles. “Cada vez hay más personas mayores con enfermedades mentales como la depresión, ansiedad, trastornos por adicciones o esquizofrenia. ”, afirman.
No obstante, advierten que las necesidades van mucho más allá de lo clínico. puesto que “las personas mayores precisan vínculos sociales y afectivos para evitar la soledad, inclusión en la vida comunitaria, reconocimiento y sentido de utilidad, autonomía, dignidad y acceso a actividades significativas”.
La dependencia, explican, es un concepto amplio. “Se puede ser dependiente por aislamiento social, por enfermedades, por motivos económicos, o por combinación de ellos. El problema es cuando se acumulan dependencias y se cronifican”.
AUTONOMÍA Y PARTICIPACIÓN EN LA VIDA DIARIA
El día a día en la residencia se concibe desde la participación activa. “Las actividades dejan de ser un simple entretenimiento para convertirse en experiencias que refuerzan autonomía y bienestar. Ellos no buscan únicamente ocupar el tiempo, sino tener un papel real en la creación y diseño de lo que hacen cada día”.
Los mayores valoran poder decidir sobre menús, rutinas o celebraciones y participar en Asambleas. “Las propuestas más significativas suelen nacer de sus propios intereses. Tratamos de poner en valor sus capacidades y fortalecer su autoestima, favoreciendo vínculos con la comunidad, sobre todo a través de la colaboración intergeneracional”.
El acompañamiento del personal es clave: “No se trata de sustituir sus decisiones, sino de acompañar y adaptar los espacios para que puedan decidir y aportar de forma segura y digna”.
CUANDO FALTA LA FAMILIA
Cada vez llegan más mayores sin red de apoyo. “La falta de una red familiar sólida es uno de los factores que más influye en la calidad de vida. Muchas personas llegan sin cuidadores informales ni vínculos afectivos, lo que genera soledad y necesidad de acompañamiento”.
Ante esta realidad, la residencia no solo ofrece cuidados físicos, sino también reconstrucción de vínculos. “Muchas de estas personas llegan sin un entorno de apoyo cercano, lo que significa no solo la ausencia de cuidadores informales, sino también la pérdida de vínculos afectivos que sustente la vida cotidiana. Esta realidad se traduce en mayores niveles de soledad, dependencia emocional y necesidad de acompañamiento, ya que el ingreso no responde únicamente a una cuestión de cuidados físicos, sino también a la búsqueda de un espacio donde puedan sentirse atendidos, escuchados y reconocidos”, reconocen con cierta preocupación.
Bien es cierto que, “cada vez recibimos más personas mayores que se encuentran en esta situación de vulnerabilidad y, además, con situaciones más complejas de atender. Las trayectorias vitales marcan historias de pérdida, aislamiento, dificultades económicas o deterioro de la salud mental, adicciones que hacen que estas personas precisen apoyos especializados, tanto en la cobertura de sus necesidades básicas como en la creación de nuevas redes sociales y comunitarias que compensen la ausencia de la familia. En este sentido, la residencia no puede ser solo un lugar de cuidado, sino también un espacio de reconstrucción de vínculos, donde se favorezca la integración en la vida colectiva, se generen relaciones significativas y se conecte con recursos externos que enriquezcan su día a día”.
Lo que es innegable es que “el voluntariado es un tesoro para esas personas que se encuentran sin red familiar y gracias a Cáritas siempre está presente en sus vidas para infundirles ánimo y generar vínculos”.
EL RETO DEL ENVEJECIMIENTO
España y Europa afrontan un reto demográfico sin precedentes. Para responder, insisten, las instituciones deben transformarse. “Tenemos la obligación moral de humanizarnos, de perfeccionar nuestro servicio haciéndolo cada vez más personal, más cercano a la persona vulnerable. En nuestra residencia y en todas las de Lares CV estamos implantando el Modelo de Atención Centrada en la Persona, que hace protagonistas a los mayores en el proceso de acompañamiento y cuidados”.
El mensaje final es sencillo y contundente. “Los mayores necesitan acompañamiento. Necesitan saberse y sentirse im-portantes, y estar rodeados de personas que verdaderamente se vuelquen en su atención”.