26 Sep Ruta contra la Trata: “Las mafias han cambiado su forma de actuar y tenemos que buscar nuevas estrategias para acercarnos a las víctimas” Caritas Valencia: Proyecto Jere Jere
Caritas Diocesana de Valencia acompaña a mujeres en contexto de prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual desde hace más de 25 años. Lo que surgió a raíz de una parroquia para atender una realidad que se hacía visible en las calles, sobre todo con población nigeriana, fue expandiéndose por la diócesis y creciendo en volumen y atención, hasta dar forma al proyecto Jere-Jere.
Un nombre que significa “poco a poco” en un dialecto nigeriano. “Nos gusta mucho mantener ese nombre porque describe cómo queremos trabajar con estas mujeres. Muy poquito a poco, con mucho cariño, a su ritmo, desde sus posibilidades y sus capacidades, desde sus expectativas y también desde el realismo porque, por desgracia, del mundo que las tiene atrapadas es muy complejo salir y poder normalizar su vida”, señala Concha Rodríguez, responsable del proyecto.
Desde los inicios del proyecto la realidad es totalmente diferente y las mafias que viven del tráfico de mujeres han cambiado su forma de actuar, sobre todo tras la pandemia.
La captación se produce a través de las redes sociales y las mantienen ocultas en pisos, “ya que durante el confinamiento se dieron cuenta de que de esta forma era mucho más rentable”.
“Todo esto hace mucho más difícil que podamos acceder a ellas, por lo que estamos cambiando las estrategias de acercamiento y estamos trabajando mucho con lo que llamamos ‘equipos de territorio’ de las parroquias, para que también sean agentes de detección y acompañamiento”. “Cáritas tiene un maravilloso potencial con acogidas en casi todas las parroquias, sin perder la perspectiva de especialización de los profesionales y del voluntariado que estamos detrás”.
Tenemos que abrir nuestra mirada para poder detectar a las mujeres que puedan estar en esta situación y desconocen sus derechos y sus posibilidades, para que sepan que hay entidades que les podemos acompañar y ayudar.
Las nuevas tecnologías también han influido en el “modus operandi” de las mafias, que cada vez perfeccionan más la forma de tenerlas ocultas y atrapadas, “por lo que tenemos que buscar estrategias para acercarnos a las mujeres”. Hay mucha sutileza en el engaño, que junto al miedo, “hace cada vez más difícil identificarlas formalmente como víctimas de trata”.
Para el proyecto Jere-Jere es muy importante el “boca a boca”. “Lo más bonito es cuando viene una chica recomendada por otra que se ha sentido ayudada”.
“Una ayuda con la que muchas veces nos gustaría llegar a más, porque simplemente podemos estar con ellas, escucharlas, que tengan un sitio donde llamar o alguien a quien abrazar, ya que normalmente su realidad en ese momento no puede cambiar, o es complicado avanzar en el proceso de liberación”.
“Este año, en el marco del Jubileo de la Esperanza, en el que uno de los proyectos sociales gira en torno a la Trata, pensamos que había que hacer algo diferente y especial”, señala Concha, que asegura que “la ruta va a ser una oportunidad de hacernos visibles como Iglesia. Caminar por la calle dando esa imagen de estar sensibilizados con esta realidad, haciendo ver que están ocultas y que hay que aprender a verlas”.
“Acompañamos a las mujeres en su proceso de liberación y recuperación personal”
Las religiosas Adoratrices, fundadas por Santa María Micaela, dedican su carisma a la atención y formación de mujeres en contextos de prostitución y otras situaciones de violencia.
“Nuestra misión es la liberación y rehabilitación de mujeres procedentes de diferentes países, que huyen de la pobreza en busca de un futuro mejor”, señala Bindu, religiosa que colabora con el grupo diocesano contra la Trata.
La congregación cuenta con casas de acogida en toda España y en diferentes países de Asia y América. Se trata de hogares que ofrecen “un espacio de vivienda normalizado y un lugar de residencia seguro y protegido, donde las acompañamos en su proceso de recuperación individual”.
A través de su “Fundación de Solidaridad Amaranta” atiende a mujeres víctimas de trata a través de distintos recursos, con la colaboración de un grupo de voluntarios que ofrecen clases de apoyo escolar, alfabetización, cultura general, aprendizaje de idiomas y actividades lúdicas.
“Los jóvenes despiertan su interés por ayudar cuando conocen esta realidad dramática e invisible”
Otra de las entidades implicadas en el grupo contra la Trata de la diócesis de Valencia es la cátedra de Scholas Ocurrentes de la UCV, una cátedra que “no solamente trabaja la cultura del encuentro con los adolescentes, sino que también buscamos que los chavales sean agentes de transformación socialr”, tal y como señala su directora Yolanda Ruiz.
Asegura que la Trata de Personas es una realidad “sangrante e invisible” que debe ser atendida también desde el ámbito de la universidad. Por esa razón, dede el grupo creado en al diócesis llevan varios años trabajando en la sensibilización de esta realidad tan preocupante y de la que en muchas ocasiones los jóvenes no son conscientes.
Desde Scholas se realizan algunas acciones conjuntas con Villa Teresita y Cáritas, como charlas formativas y talleres. Iniciativas que en principio se ofrecen dentro de la asignatura de psicología social, con un alumnado que inmediatamente despierta su interés ante esta realidad. “Muchos estudiantes desconocen la verdad que esconde este drama social, creen que las chicas o las personas están ahí porque quieren, desconocen incluso todo lo que mueve a nivel económico. La sociedad va cambiando y estamos entrando en nuevas formas de consumir mujeres y personas. Los estudiantes se implican mucho a la hora de que el trabajo de clase gire en torno a esta temática, “se les abre un mundo para ellos realmente desconocido, y creo que es muy necesario que en las universidades, incluso antes, se conozca esta realidad, porque la sociedad de consumo incluye el consumo personas y tenemos la obligación como cristianos de hacerlo visible y denunciarlo”.


