Mujeres migrantes, construyendo esperanza en Valencia Servicio Jesuita a Migrantes

Mujeres migrantes, construyendo esperanza en Valencia Servicio Jesuita a Migrantes

(Fotos: V. Gutiérrez/ Delegación Medios de Comunicación Arzobispado Valencia)

La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) pone el foco en quienes dejan atrás su hogar en busca de un futuro mejor. Desde el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) en Valencia se subraya su compromiso con las mujeres migrantes, ofreciendo acompañamiento psicológico, social, jurídico y formativo para ayudarles a reconstruir su vida en un contexto a menudo marcado por la soledad, la precariedad y el duelo migratorio.

Muchas mujeres llegan pensando que conseguirán un trabajo bien remunerado rápidamente, y se encuentran con que el proceso es más lento y complejo”. Así comienza su relato Ariadna, psicóloga del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) en Valencia cuando le preguntamos por una de las realidades del proceso migratorio: ser mujer y migrar sola.  Desde su experiencia como profesional —y también como usuaria en su propio proceso migratorio—, sabe bien que la acogida no se limita a trámites: es también un espacio de escucha, resiliencia y comunidad.

El área de mujer del SJM se ha convertido en un pilar fundamental. Allí las mujeres encuentran un espacio seguro donde compartir vivencias, acceder a talleres de autoestima, formación básica o cursos profesionales, y sobre todo, donde crear redes entre ellas. “Pueden encontrarse con otras mujeres que viven situaciones similares y entre ellas van construyendo redes de apoyo. Yo acompaño el proceso, pero realmente el apoyo lo crean ellas”, subraya Ariadna.

El acompañamiento psicosocial se basa en la detección de las necesidades individuales de cada mujer. permitiendo así el diseño de un itinerario personalizado que se adapte a su situación específica. Para ello se brinda un apoyo terapéutico que ayuda a gestionar el estrés emocional derivado del proceso migratorio,  el duelo migratorio y las consecuencias de la precarización de las condiciones de vida. Asimismo con el objetivo de garantizar un apoyo integral se ofrece derivación jurídica para asesoramiento en extranjería y cuestiones laborales facilitando así el acceso a derechos y oportunidades. Además, se proporcionan recursos de formación y asesoramiento especializado. promoviendo la autonomía y el bienestar de cada mujer en su proceso de integración.

El contacto cotidiano es clave: un grupo de WhatsApp sirve de canal para compartir información útil sobre trámites, empleo o recursos disponibles. También la espiritualidad tiene un lugar, gracias a un grupo de mujeres que rezan juntas el rosario: “La fe y la espiritualidad es muy fuerte, y se crea otro vínculo más entre ellas”, apunta Ariadna.

Las actividades del grupo de mujeres representan un va-lioso espacio de encuentro donde se fortalece la red de apoyo entre mujeres migrantes protegiéndolas así de vulneraciones y violencias. Además de ser un espacio de formación también garantiza el derecho al ocio y al descanso, aspectos fundamentales para el bienestar integral. Asimismo, este entorno permite identificar a través de las experiencias de las compañeras, heridas compartidas que pueden ser sos  tenidas de manera comunitaria. De esta forma.se reduce la sensación de culpa y se fomenta un sentido de pertenencia reforzando la resiliencia y el apoyo mutuo.

EL DUELO MIGRATORIO

Ariadna

Ariadna insiste en que migrar supone atravesar un duelo complejo, hecho de pérdidas invisibles y difíciles de aceptar: “El proceso migratorio duele realmente. Ponemos toda la energía en conseguir cosas, pero a cambio de perder otras. Y eso duele, aunque muchas veces no lo queramos reconocer”.

En este acompañamiento, explica, no basta con lo psicológico: es necesario también impulsar la homologación de títulos, el acceso a cursos o la búsqueda de empleo digno. “Muchas de ellas llegan con estudios técnicos, universitarios o incluso de posgrado, pero hasta que no homologan sus títulos el sistema las trata como si fueran analfabetas. Mientras tanto, deben aceptar trabajos precarizados, poco valorados”.

CONECTAR CON LO QUE ÉRAMOS

Su testimonio se convierte en una fuente de inspiración para las mujeres que acompaña: “Muchas me dicen que es una motivación ver cómo yo lo hice. Cada camino es diferente, algunas lo logran en un año y otras tardan más, pero sí se puede. No hay que conformarse con trabajos temporales; se trata de seguir avanzando, reconociendo que lo que hemos hecho antes también vale”.

 

“EL SJM HA SIDO MI ÁNGEL GUARDIÁN”

Carmen Yolanda

Para Carmen Yolanda, colombiana y usuaria del servicio, la llegada a España estuvo marcada por las dificultades y por la devastadora experiencia de la DANA que le arrebató vivienda y trabajo. En ese momento, el SJM apareció como un salva-vidas inesperado: “No fue que yo llegué aquí, ellos llegaron a mí. Ha sido permanente, no me han soltado. Me ofrecieron ayuda, vivienda, alimentación… Así es como SJM ha sido mi ángel guardián”.

Aunque todo va muy lento puedo seguir haciendo cosas importantes para mi vida, y eso me motiva eso me motiva muchísimo porque al final también hace parte de querer volver a hacer cosas que yo hacía ya que yo puedo volver y tener esas herramientas, entonces sí, creo que en el presente y en el futuro será lento pero seguro creo yo”, reconoce.

La migración, asegura, es un camino duro y lleno de contradicciones emocionales. “Todos los días pienso en arrojar la toalla y volver. Pero estando allá quería estar aquí, y estando aquí quería estar allá. Es una cosa muy loca, pero espero que algún día ese sentimiento mengue y pueda sentirme una española más”.

 
 
MIGRAR SIN PLAN Y VOLVER A EMPEZAR

Nilka

Nilka, también colombiana, recuerda que su migración fue precipitada y sin preparación: “Fue una migración irresponsable. Nadie te explica todas las complicaciones que conlleva. Eso trae consecuencias en todos los niveles: familiar, psicológico, económico…”. Nilka encontró empleo como cuidadora 24/7 de una persona mayor. Al principio no “pesaba” el no tener ningún día libre, pero con el tiempo la sensación de vivir “enclaustrada” se hizo insoportable: depresión, ataques de pánico, anemia…Hasta que comenzó a sobrellevarlo y a aprovechar ese aislamiento en su propia herramienta para irse labrando un futuro mejor. Con un ordenador y mucha pericia navegando por internet, Nilka comenzó a encontrar fundaciones donde encontrar ayuda para su situación, homologaciones a sus títulos, estudios…

Así se inició su primer contacto con el SJM Valencia, a través de la ayuda psicológica virtual que le prestaron.

Nilka es muy consciente de que la migración deber realizarse de forma consciente y planificada y ella, reconoce, no lo hizo así. Ni cuando vino ella ni cuando vino su hija y a ello se sumó la DANA. Lo perdieron todo y su hija vivió una experiencia terrible al tratar de salvar al anciano que Nilka cuidaba. El agua les sorprendió y apenas tuvieron tiempo y fuerzas para ponerse a salvo. A raíz de aquella vivencia su hija quedó traumatizada y con la salud muy resentida.

“Me quedé sin empleo. Todo estaba destruido y al señor que cuidaba lo metieron en una residencia”, recuerda. Además, tuvo que buscar la manera de recuperar toda la documentación que había perdido con la riada que incluía la homologación de sus estudios. A esto se sumó la secuela psicológica que arrastraba su hija tras lo vivido durante la DANA. Jalance se convierte en el nuevo lugar de acogida de Nilka y de su hija. Volver a empezar, sin que nadie la conozca y volver a ganarse la confianza de la gente. “Quién me iba a decir a mi que con 47 años iba a empezar a estudiar una FP” y es que, pese a ser maestra, Nilka ha visto en el cuidado a los mayores su verdadera vocación aunque para ello tenga que recorrer todos los días los más de 120 km.  (ida y vuelta) que separan Jalance de Valencia para estudiar. 

MIGRANTES, MISIONERAS DE ESPERANZA

Sin lugar a dudas, Carmen Yolanda y Nilka coinciden en que la homologación de títulos, el acceso a la formación y al empleo digno son pasos fundamentales, pero igual de esenciales son los vínculos emocionales y espirituales que las sostienen. Podríamos decir que desde esta red de mujeres del SJM, se construyen la esperanza que les hace sostenerse día a día.

Desde el Servicio Jesuita a Migrantes en Valencia se puede ver cómo, en medio de la dureza del proceso migratorio, las mujeres se convierten -al igual que el lema elegido para la jornada de este año- en auténticas misioneras de esperanza para sí mismas y para quienes las rodean. 



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