28 Dic 2025 El Arzobispo preside el Acto de Clausura del Año Jubilar universal en la Catedral, en la Fiesta de la Sagrada Familia Arzobispo Mons. Benavent: “En comunión podemos vivir una Iglesia esperanzada a pesar de las dificultades, valorando la riqueza de vida cristiana que hay entre nosotros”
-“Vivimos en un mundo en el que se matan demasiadas esperanzas, también nosotros cuando aceptamos como normal la eliminación de las vidas más frágiles, alimentamos el odio a los pobres e inmigrantes o despreciamos a un determinado grupo humano»
– “Me gustaría que la celebración de este Jubileo fuera un momento de gracia para toda la Iglesia y para nuestra diócesis”
El Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, ha presidido la clausura del Año Jubilar universal de la Esperanza, celebrado en la Catedral de Valencia como una Acción de Gracias. El Arzobispo ha agradecido la participación diocesana en el Año Jubilar, a quienes “han manifestado la comunión con el Santo Padre y con la Iglesia Universal. Quiero mencionar especialmente la peregrinación con motivo del Jubileo de los jóvenes, que fue un momento esperanzador para todos nosotros, así como “la celebración de las 24 horas para el Señor en muchas parroquias de nuestra diócesis y los gestos de caridad que cada uno de nosotros hayamos podido tener. En definitiva, hemos vivido momentos de gracia que quedan en el secreto de nuestro corazón y en el de Dios. A la gracia de Dios estamos llamados a responder con el agradecimiento, por eso, el tono de esta celebración es de Acción de gracias a Dios. Más allá de las celebraciones externas, que pueden quedar en algo vacío si no acogemos la gracia de Dios, cada uno de nosotros hemos de agradecer al Señor lo que ha supuesto para nuestra vida cristiana la celebración de este Jubileo de la Esperanza. Los frutos de la gracia no se pueden contar, cada uno de nosotros sabemos que esa gracia fructificará en la medida en que nos hayamos abierto a ella”.
“Las orientaciones pastorales pueden ser un signo de comunión”
Mons. Enrique Benavent ha indicado que “estamos dirigiendo nuestra mirada al futuro:las nuevas orientaciones pastorales. Como cualquier realización humana, estas orientaciones no serán perfectas y no exhortarán la riqueza de la vida de la Iglesia, pero pueden ser un signo de comunión. Que las peculiaridades o los carismas personales no rompan la comunión. La paz de Cristo que nos lleva a formar un solo cuerpo, el agradecimiento mutuo, la alianza y la pregunta en común. Cuando se dan estas actitudes, estamos en el camino de la comunión y podremos vivir una Iglesia esperanzada a pesar de las dificultades. Cuando no hay comunión, no puede haber esperanza en la Iglesia. Ciertamente, la Iglesia es plural y en ciertas cosas puede haber opiniones diferentes, pero no se puede decir que no vivimos en comunión por el hecho de pensar de manera diferente en ciertas cosas o de tener sensibilidades diferentes. Cuando se rompe la comunión, se mata la esperanza en la Iglesia. Que el fruto del Jubileo siga viviendo la misión con esperanza».
“Vivimos en un mundo en el que se matan demasiadas esperanzas, también nosotros, a menudo, sin darnos cuenta”
El Arzobispo ha enarbolado el deseo de que el jubileo “sea germen de un nuevo comienzo para nuestra humanidad. Vivimos en un mundo en el que se matan demasiadas esperanzas. Cuántas víctimas inocentes en conflictos bélicos y muchos de ellos niños y niñas. Cuántas víctimas de injusticias y tratos degradantes que no respetan la dignidad de las personas. Y ha señalado que “también nosotros, a menudo, sin darnos cuenta, matamos esperanzas, cuando en nuestra cultura aceptamos como algo normal la eliminación de las vidas más frágiles en el comienzo o en el final; cuando alimentamos el odio o el desprecio a los pobres e inmigrantes; cuando despreciamos a cualquier persona por el hecho de pertenecer a un determinado grupo humano. Que la celebración del jubileo sea de verdad un momento para no perder de vista la utopía. El deseo de Dios de un mundo en el que florezca la justicia y la paz en el que todos lleguen a ver la salvación de Dios”.
También ha mostrado que “me gustaría que la celebración de este jubileo fuera un momento de gracia para toda la Iglesia y para nuestra diócesis”.
El Arzobispo ha elevado preguntas como reflexiones acerca de los frutos del Año Jubilar: “Esta celebración puede ser una ocasión para que cada uno de nosotros nos preguntemos si nos aferramos desesperadamente a las cosas de este mundo y nos dejamos esclavizar por ellas; si hemos sido sembradores de paz en las situaciones conflictivas; si hemos contribuido a crear una cultura que valore la vida humana en esta sociedad tan desesperanzada porque está cerrada a la vida”.
El Arzobispo ha invitado a cuestionar “¿cuál ha sido nuestra actitud frente a los colectivos que el Papa nos indicaba que están más necesitados de esperanza?.¿Los que viven en residencias o están en los hospitales?.¿Los jóvenes que no ven claro su futuro y caen esclavos de diversas adicciones?.¿Los migrantes que buscan condiciones de vida acordes con la dignidad de la persona?.¿Los ancianos que a menudo sienten mucha soledad?.¿O las personas que viven en cualquier clase de pobreza?. En el fondo, la respuesta que nos damos nosotros mismos a estas preguntas nos indica con qué profundidad espiritual hemos vivido esta celebración jubilar”, ha afirmado.
También ha recordado que en sus orígenes la celebración del año jubilar significaba un nuevo comienzo, “un ideal -ha afirmado- que nunca debería desaparecer. El Arzobispo ha enfatizado que “el año jubilar es un tiempo de perdón y de reconciliación.Es posible recuperar una convivencia de hermanos viviendo el perdón hasta las últimas consecuencias. Que la Iglesia sea, como decía San Agustín, mundo reconciliado en una humanidad tan dividida. Que la Iglesia sea, -como ha afirmado un teólogo actual- un lugar del perdón, un espacio donde los hermanos nos perdonemos de corazón y podamos por ello pedir perdón con confianza”.
“El Año Jubilar de la Esperanza tendrá prolongación en nuestra diócesis en el Año Jubilar Eucarístico del Santo Cáliz”
Mons. Enrique Benavent ha recordado que la finalización del Año de la Esperanza tendrá como una prolongación en nuestra diócesis el Año jubilar eucarístico del Santo Cáliz, el sacramento que mantiene viva esa esperanza y la comunión eclesial”, y ha hecho referencia a la imagen del Cristo del Rescate que durante el año ha presidido las celebraciones jubilares, según ha explicado, porque “el Papa Francisco quiso que una imagen de Cristo crucificado presidiera las celebraciones de la Catedral durante este año jubilar. En Él encuentran consuelo los que sufren camino a los que se sienten perdidos y sin rumbo en la vida y esperanza a los que viven en el trance de la muerte. En el camino de la fe no dejemos nunca de mirar a María, que con su presencia mantenga viva la fe en nuestra diócesis y en toda la Iglesia, capaz de sembrar esperanza en nuestro mundo”.
La celebración ha sido concelebrada por los obispos auxiliares de Valencia, Fernando Ramón y Arturo Javier García, y los obispos eméritos valencianos, Javier Salinas, Salvador Giménez y Agustín Cortés, el Deán Vicente Fontestad y miembros del Cabildo. Con la intervención de la Coral catedralicia, dirigida por Luis Garrido.
Los frutos del Año Jubilar se han destinado a tres signos de caridad: “la ayuda a los vulnerables sustentada por Cáritas, las viviendas tuteladas para enfermos mentales por medio de la Fundación MAIDES, y la ayuda a familias en dificultades, para que puedan afrontar el embarazo y apuesten por la vida”.
El Arzobispo ha concluido la celebración agradeciendo su presencia a los asistentes a la Catedral, a pesar de las condiciones meteorológicas, a los que ha deseado un feliz año nuevo “que esté lleno de la Gracia y de la bendición del Señor”.


