
02 Sep «Avanzar, avanzar juntos»: Intervención grupal del Centro de Escucha Diocesano con damnificados de Chiva Artículo de Gemma y Claudia, voluntarias del Centro de Escucha Diocesano de Valencia
El sábado 19 de julio dos voluntarias en el proyecto Diocesano de Escucha Activa tuvimos la oportunidad de asistir a una charla de género divulgativo en la que intervinieron Yolanda Ruiz, directora del Centro de Escucha Diocesano de Valencia; Amparo Castro, coordinadora del Centro de Escucha de la sede de Santos Juanes; y M. Jesús Ferrer, responsable del teléfono de los centros de escucha de la archidiócesis fuera de la zona de Valencia. La reunión tuvo lugar en la parroquia de la localidad de Chiva, y forma parte de un programa de tres charlas cuyos asistentes son afectados damnificados por la dana y voluntarios de Cáritas. Esta sesión, la segunda de las previstas, estuvo centrada en la importancia de la escucha activa en situación de crisis y duelo.
El encuentro comenzó retomando el tema principal de la primera que se celebró, la importancia de la escucha activa y las emociones. Los centros de escucha, cuya visión es humanista, fundamentan su modus operandi en los tres pilares de esta corriente de pensamiento: la respuesta empática, la congruencia y autenticidad y la aceptación incondicional.
En la primera parte de la charla se hizo especial hincapié en ideas como la aceptación de la emoción del doliente, que es propia e individual, respetando así lo que es importante para él; o el trabajo como escucha de ayudar a rescatar y poner en práctica los medios y las capacidades de las personas para aliviar su dolor mediante la comprensión de su historia. La intervención de Yolanda Ruiz culminó en el primer ejercicio que se realizó llevando a cabo un roleplaying o juego de dinámicas que ponía en práctica los recursos que nos expuso para empezar a escuchar.
Amparo Castro abrió la segunda parte de la reunión profundizando en el tránsito del camino del duelo, destacando claves como que este no es una enfermedad que se cura sino una ausencia que hay que permitirse experimentar, no estático y que resulta una experiencia transformadora. Experimentar un duelo implica reorganizar la vida, como se conoce, a partir de la integración de la pérdida, y es crucial que el doliente exprese su sufrimiento, sin reprimir sentimientos ni emociones. La narrativa de la propia pérdida ayuda a elaborar este proceso, a manifestar lo que se vive en el interior: la persona que escucha es la facilitadora y el doliente puede llegar a salir reforzado. Esta fue la temática del segundo ejercicio y el momento en el que los asistentes tomaron la palabra, compartiendo parte de sus historias y creando un momento de especial valor para todos los presentes.
La propuesta del equipo fue montar un gráfico que separara las pérdidas, causas del duelo; y las ganancias, herramientas y apoyos que ayudaron a lidiar en el proceso. El objetivo de la dinámica era que los asistentes hicieran un ejercicio de introspección sobre una pérdida que finalmente enlazará con el motivo de la siguiente reunión: la resiliencia y la importancia de las fortalezas para hacer frente a la pérdida. Los participantes se involucraron plenamente y reflexionaron acerca de los estragos que la dana dejó en sus vidas, haciéndonos partícipes de sus historias, sus miedos, sus esperanzas y deseos.
Cuando nos dirigíamos de vuelta a casa y compartíamos qué había supuesto la experiencia para todas nosotras, caímos en la cuenta de que realmente habíamos sido testigos del punto de no retorno en el camino que ellos transitaban. Los asistentes se prestaron voluntarios a lanzarse con Yolanda, Amparo y M. Jesús al verdadero propósito del ejercicio, a pesar de la resistencia y la angustia que puede presentarse al tratar con el dolor. Y es aquí donde reside el poder sanador de la escucha activa y de la narración: avanzar, avanzar juntos.