LA PALABRA DEL DÍA

Evangelio del día

Lunes 23 de enero de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres:
los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Martes, 24 de enero de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 31-35

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Miércoles, 25 de enero de 2023
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Jueves, 19 de enero de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retirá con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Viernes, 20 de enero de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.
E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios:
Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.

Sábado, 21 de enero de 2023
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Comentario al evangelio del día

Conversión de San Pablo

Lecturas:

Hch 22, 3-16. El Dios de nuestros padres te ha elegido… para ser testigo ante todas las generaciones.

Sal 116, 1.2. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Mc 16, 15-18. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Celebramos hoy la conversión de San Pablo.

San Pablo, educado a los pies del rabino Gamaliel, era un fariseo celoso de la Ley de Moisés.

Esto fue lo que le llevo a considerar que el cristianismo naciente era una amenaza para la identidad judía y por eso persiguió encarnizadamente a la Iglesia (cf. 1 Co 15, 9).

¿Qué le sucedió a San Pablo en el camino de Damasco, cuando iba a detener a los cristianos? Sucedió que el Resucitado se le presentó como una luz espléndida que le dejó ciego. Ceguera que era signo de su realidad interior: su ceguera respecto de la Verdad, de la Luz que es Cristo.

San Pablo no se convirtió transformado por un pensamiento sino por un acontecimiento, por la presencia irresistible de Jesucristo vivo y resucitado, de la que nunca podrá dudar, pues el encuentro con el Señor fue muy fuerte, tanto que cambió radicalmente su vida.

Jesucristo Resucitado hizo de él un verdadero apóstol, testigo de la Resurrección, con el encargo específico de anunciar el Evangelio a los paganos.

Además, esta luz de Cristo, le hizo ver que, no bastaba con una relación inmediata con el Resucitado, sino que debía entrar en la comunión con el Cuerpo de Cristo, con la Iglesia, debía hacerse bautizar, debía vivir en comunión con los demás Apóstoles (Benedicto XVI).

¿Qué significa esto para para ti?

Esta celebración te invita a pedir el Espíritu Santo, para poder convertirte:

– A vivir la fe, no como una teoría, sino como un encuentro personal con Jesucristo vivo y resucitado.

– A dejar que Jesucristo sea el Señor de tu vida, a dejar que su luz ilumine toda tu vida.

– A vivir el evangelio de la gracia, a vivir en la gratuidad. Todo es don, todo es gracia.

– A vivir la fe en la Iglesia, cuerpo de Cristo.

– A ser testigos de este encuentro anunciando el Evangelio.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Comentario al evangelio del día

Mc 16, 15-18. “Proclamad el Evangelio a toda la creación”. En esta fiesta de la conversión de San Pablo, la Iglesia proclama las palabras que prácticamente cierran el evangelio de Marcos. Son el envío de Jesús resucitado a los discípulos. Nuestra condición cristiana debe estar marcada por la conciencia de la misión. Todos participamos de esta tarea. Llevar el evangelio ha de ser una urgencia para nosotros y es también un derecho para aquellos que no lo conocen. Es el mejor servicio que podemos prestar a la humanidad. Jesús confirma que el anuncio del evangelio siempre va acompañado de signos liberadores, que tienen que ver con la derrota del mal y la protección de la vida. Revisemos hoy cómo está nuestro nivel de anuncio del evangelio y cuáles son los signos de su amor que descubrimos en nosotros.

6 enero. Epifanía del Señor
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 60, 1-6

¡Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos esos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Salmo

Sal 71, 1bc-2. 7-8. 10-11. 12-13
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

comentario al evangelio

La Epifanía del Señor (por Jaime Sancho Andreu)

(6 de enero de 2023)

El acontecimiento

En la fiesta de Navidad, leíamos en san Lucas que los pastores de Belén fueron los primeros en conocer y en proclamar el nacimiento del Mesías; hoy, según san Mateo, son unos magos, unos sabios, venidos de Oriente, los que declaran que ha nacido el Rey de Israel, un monarca fuera de lo común, porque su reinado se extenderá a todo el mundo y debe recibir el homenaje de los hombres de las tierras más lejanas.

No son María ni José ni los ángeles, los que anuncian el nacimiento del Salvador, son las personas que han escuchado la voz de Dios y han visto realizadas sus promesas en el niño de Belén.

Hoy es el día central de la Navidad para nuestros hermanos de rito oriental, que recuerdan los tres momentos de epifanía o manifestación de la gloria divina de Jesús, tal como permanece en las antífonas mayores de la liturgia de las Horas en el rito romano, como la que cantaremos en las vísperas de esta tarde: Veneramos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el  Jordán, para salvarnos. Aleluya.

El misterio de la Epifanía

La visita de los Magos encierra un misterio salvador que se prolonga en el tiempo y que llega hasta nosotros. Este es el día en que todos los participantes en la sagrada liturgia contemplamos «la Estrella», el divino Sol de la justicia. Este día vamos a la Iglesia llevando con adoración nuestras humildes ofrendas. A pesar de nuestra indignidad, somos envueltos por la gracia, recibida en la Palabra salvífica, en los misterios transformados y transformantes del altar, en la Iglesia, Esposa santa.

Hoy la liturgia de la Palabra se abre con la visión grandiosa de Isaías que verdaderamente abarca todo el tiempo de la manifestación del Señor: Adviento, Navidad y Epifanía.

 El profeta anuncia la novedad de la vida que llega a la ciudad santa, a la Esposa. Ésta debe levantarse e iluminarse, porque en adelante el Señor la alumbrará con su gracia. Esta luz atraerá a los pueblos paganos a la Ciudad de Dios, y ésa será la Madre de los vivientes, la Madre de los pueblos, con hijos e hijas sin número. El corazón maternal de la Ciudad santa se conmoverá, los pueblos llegan, y traen ofrendas preciosas: el oro de la realeza, el incienso del culto divino, y desde ahora se hacen misioneros ellos mismos, para anunciar al mundo la alabanza divina (Primera lectura, Isaías 60,1-6).

Pero, en la visión del profeta, la luz del Señor brilla sólo sobre Jerusalén y el pueblo elegido. Sin embargo, san Pablo proclama la manifestación de la gracia de Dios y de su voluntad salvadora universal revelada ahora directamente a todos los pueblos por el Evangelio de Jesucristo (Segunda lectura, Efesios 3,2-3a.5-6). Este es el gran tema de la solemnidad de la Epifanía, que encuentra su mejor signo en la llegada de los Magos de oriente.

Las figuras de los Magos en el Belén

Recientemente, el Papa Francisco ha escrito una preciosa carta sobre el significado y el valor del Belén y, en ella, dice, refiriéndose al misterio de la Epifanía:

“Cuando se acerca la fiesta de la Epifanía, se colocan en el Nacimiento las tres figuras de los Reyes Magos. Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.

Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor”.

Del mismo modo, en la homilía del pasado año, nos animaba a imitarlos:

“Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso camino. En primer lugar, ellos parten cuando aparece la estrella: nos enseñan que es necesario volver a comenzar cada día, tanto en la vida como en la fe, porque la fe no es una armadura que nos enyesa, sino un viaje fascinante, un movimiento continuo e inquieto, siempre en busca de Dios, siempre con el discernimiento, en aquel camino”.

Y concluía:

“Al final del viaje de los magos hay un momento crucial: cuando llegan a su destino “caen de rodillas y adoran al Niño” (cf. v. 11). Adoran. Recordemos esto: el camino de la fe sólo encuentra impulso y cumplimiento ante la presencia de Dios. El deseo se renueva sólo si recuperamos el gusto de la adoración. El deseo lleva a la adoración y la adoración renueva el deseo. Porque el deseo de Dios sólo crece estando frente a Él. Porque sólo Jesús sana los deseos. ¿De qué? Los sana de la dictadura de las necesidades. El corazón, en efecto, se enferma cuando los deseos sólo coinciden con las necesidades. Dios, en cambio, eleva los deseos y los purifica, los sana, curándolos del egoísmo y abriéndonos al amor por Él y por los hermanos. Por eso no olvidemos la adoración, la oración de adoración, que no es muy común entre nosotros. Adorar, en silencio. Por ello, no nos olvidemos de la adoración, por favor”.

LA PALABRA DE DIOS EN ESTA SOLEMNIDAD

Primera lectura y Evangelio (Isaías 60, 1-6 y Mateo 2, 1-12): El profeta anuncia el misterio que hoy se celebra: la vocación de todas las gentes para que reconozcan en Jesús al Salvador. El Evangelio proclama el cumplimiento de esta profecía, pero de modo más humilde, cuando los magos de oriente vinieron a adorar a Jesús, recién nacido en Belén.

Segunda lectura (Efesios 3, 2-3a.5-6): San Pablo nos dice que ahora se ha revelado el plan eterno de Dios, que tiene como final la manifestación del Salvador a todos los pueblos, representados en este día por los magos de los que nos habla el Evangelio.

Otro comentario al evangelio del domingo

Epifanía del Señor

Lecturas:

Is 60, 1-6. Caminarán los pueblos a tu luz.

Sal 71, 7-13. Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.

Ef 3, 2-3a.5-6. También los gentiles son miembros de las promesas de Jesucristo.

Mt 2, 1-12. Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo.

Hoy celebramos la manifestación de Jesucristo como Salvador de todos los pueblos. Esto ya fue profetizado en el Antiguo Testamento, como escuchamos en la primera lectura y en el Salmo, y se cumple con la adoración de los Magos, que contemplamos en el evangelio.

Jesucristo es la Luz de los pueblos y, a través de la Iglesia, sigue iluminando a todos los hombres.

Dice Benedicto XVI que, como nos dice la primera lectura, la Iglesia es humanidad iluminada, «bautizada» en la gloria de Dios, es decir, en su amor, en su belleza, en su señorío. La Iglesia sabe que su humanidad, con sus límites y sus miserias, pone más de relieve la obra del Espíritu Santo. Ella no puede jactarse de nada, excepto en su Señor: no proviene de ella la luz, no es suya la gloria. Pero su alegría, que nadie le podrá arrebatar, es precisamente ser «signo e instrumento» de Aquel que es luz de los pueblos (cf. LG, 1).

Y de esa misión de seguir anunciando a Jesucristo, participamos todos los bautizados: llamados, consagrados y enviados a ser luz del mundo, sal de la tierra y levadura que fermente la masa (cf. Mt 5, 13-14).

El Aleluya también nos ha dado una clave importante: Venimos a adorar al Señor.

Al llegar los Magos al portal de Belén, postrarse ante el Niño, confesando que éste es el Rey de Reyes y adorarlo, termina su camino terreno para comenzar una peregrinación interior: el camino de la fe.

Porque, como dice el Papa Francisco: No basta saber, como Herodes, que Jesús nació si no lo encontramos. Cuando su dónde se convierte en nuestro dónde, su cuándo en nuestro cuándo, su persona en nuestra vida, entonces las profecías se cumplen en nosotros. Entonces Jesús nace dentro y se convierte en Dios vivo para mí. Hoy estamos invitados a imitar a los magos. Ellos no discuten, sino que caminan; no se quedan mirando, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se postran ante él, que es el centro.

Y esta es la invitación que hoy te hace el Espíritu Santo: que humildemente te postres y adores a Jesús, el Señor, el único Señor, el Rey de Reyes.

Y entregarle al Señor, no oro, incienso y mirra, sino tu pobre corazón, con tus debilidades y pecados… para vivir el camino de ser discípulo.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio del domingo

Mt 2, 1-12. “Cayendo de rodillas lo adoraron”. La solemnidad que hoy celebramos significa la manifestación del Hijo de Dios a toda la humanidad. El nacimiento de Jesús se había producido en la intimidad, solo unos pocos habían conocido la noticia y se habían acercado hasta el lugar. Los tres sabios que hoy llegan hasta Belén representan las tres grandes razas humanas, que salen al encuentro del Salvador. Jesús ha venido a salvar a todos los que están dispuestos a acogerle, a adorarle, a ofrecer lo mejor que cada uno tenemos. Es verdad que también están aquellos que se sienten amenazados y que buscan acabar con Él. Todos necesitamos una estrella que nos lleve hasta Jesús, para caer de rodillas ante Él. Y todos podemos ser estrella que ayude a otros a descubrir el lugar donde está el niño con su madre.

29 enero. IV Domingo de tiempo ordinario
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Primera lectura

Lectura de la profecía de Sofonías 2, 3; 3, 12-13

Buscad al Señor los humildes de la tierra,
los que practican su derecho,
buscad la justicia, buscad la humildad,
quizá podáis resguardaros
el día de la ira del Señor.

Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.

El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete.

Salmo

Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos
aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

comentario al evangelio del domingo

El sermón de la montaña (I): las bienaventuranzas (por Jaime Sancho Andreu)

(4º Domingo ordinario, 29 – Enero – 2023)

El sermón de la montaña

Hasta que comience la Cuaresma, iremos leyendo en el Evangelio de san Mateo el gran discurso de Jesús que inaugura su ministerio como el definitivo Profeta de Dios. El Señor, como un nuevo Moisés, expone desde lo alto de un monte la nueva ley de su Reino. Probablemente se trata de un conjunto de sentencias de Jesús pronunciadas en circunstancias diferentes, pero recogidas por el evangelista a modo de un largo discurso. Lo cierto es que en este “sermón” se ha visto siempre el mejor resumen de la enseñanza de Cristo, y que en él se contienen los pasajes más conocidos de la misma.

El radicalismo de las palabras de Jesús en este discurso ha hecho pensar a los teólogos y escrituristas. Para unos, Jesús querría mostrarnos un imposible, unos mandamientos que no podríamos cumplir nunca, debido a nuestra naturaleza pecadora; y así reconoceríamos que todo viene de Dios, sin colaboración alguna de nuestra parte. Para otros, estaríamos ante una moral de los últimos tiempos, tan solo justificable por la creencia en un fin inmediato del mundo; ésta sería una manera de dejar aparte las palabras de Cristo como utópicas. Sin embargo, la interpretación católica de este pasaje nos dice que, efectivamente, se trata de una transformación del mundo – con Cristo acaba un mundo y comienza otro nuevo – de un comenzar otra vez para acercarnos a la perfección y la bondad que sólo están en Dios; pero esto es posible porque la naturaleza humana del cristiano ha sido regenerada en el Bautismo y, con la gracia de Dios, podemos avanzar sin límite en el camino de la perfección a imitación de Jesucristo. Ahí está el ejemplo de los santos y ahí está, por encima de todo, el ejemplo de Cristo..

Jesucristo, resumen de las bienaventuranzas

Todas las bienaventuranzas pueden resumirse en la primera y en la última: los pobres que se dejan guiar por el Espíritu de Dios y que, por ello, son incompatibles con el mundo. Son los que se dejan hacer pobres del todo, material y socialmente, pero no al modo platónico, «espiritual», que es una hipocresía bastante corriente, sino expropiados por Dios al dejarse llevar por su Espíritu. Es muy difícil ser rico para el mundo y mantenerse pacífico, humilde, manso, limpio de corazón, misericordioso, doliente con el mal propio y ajeno…  Tanto, como que un camello pase por el ojo de una aguja. Sólo quien dispusiera de sus bienes con total transparencia, en completa disponibilidad ante Dios y la comunidad… En última instancia, lo que es imposible para los hombres es posible para Dios (Cf. Mt 19, 23-26).

Repasando las bienaventuranzas, podemos encontrar cristianos que se encuentran preferentemente en alguna de las situaciones felicitadas por Jesús; pero ¿quién se encuentra en todas aquellas situaciones, conjunta y totalmente? Sólo Cristo.

Él es pobre en el espíritu, y posee el Reino. Él ha sufrido mucho, y recibió la divina consolación. Él es manso, y posee la Patria. Él tuvo hambre y sed de toda Justicia y fue divinamente saciado. Él es el Misericordioso, que recibe del Padre la misericordia para transmitirla a los hombres. Él es limpio de corazón, y contempla al Padre eternamente. Él es pacificador, y es el Hijo de Dios. Él soportó la persecución, la maldición y la calumnia a causa de sí mismo, de su divina misión, y se alegra en el gozo eterno. De este modo, felicitando en plural, en el plural de la modestia, Él se pone como único modelo de las bienaventuranzas, y muestra que es posible; más aún, es magnífico e ilusionante, ser dichoso conforme al corazón de nuestro Padre.

La Iglesia, «resto» del mundo y nuevo Israel

La asamblea cristiana recuerda muchas veces al «resto de Israel», porque en ella abundan los pobres y la gente que no importa al mundo: personas sencillas, tercera edad, niños, mujeres… La Iglesia custodia en su comunidad a los representantes de la «mayoría silenciosa» que solamente son el objetivo más buscado y alagado en las campañas electorales; luego, el protagonismo y los cuidados van a los que cuentan. Pero en la Iglesia, como proclamaba el profeta (Primera lectura) están los humildes, que intentan cumplir los mandamientos de Dios. Toda la Biblia nos advierte de lo difícil – casi imposible – que es enriquecerse mucho y mantenerse puro ante Dios. Por eso, sigue el profeta: Buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor (Sof 2, 3). Fijaos en vuestra asamblea, repite san Pablo: Dios ha escogido la gente baja del mundo, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta (1 Cor 1, 28. Segunda lectura). Así debe mostrarse la fuerza salvadora de Cristo, que proclamó bienaventurados a los que viven guiados por unos valores que son la contradicción misma de los valores del mundo.

LA PALABRA DE DIOS HOY

Primera lectura y Evangelio. Sofonías 2, 3; 3, 12-13 y Mateo 5, 1-12a: Como un nuevo Moisés, Jesús expone desde lo alto de un monte la nueva ley de su Reino; es el «Sermón de la montaña» que comienza por las «Bienaventuranzas»; todas ellas se resumen en la primera: la de los pobres en el espíritu. Ya en el Antiguo Testamento la pobreza, como signo de humildad, sinceridad y mansedumbre, era la característica fundamental del «resto de Israel» que debía recibir en su seno al Mesías.

Segunda lectura. 1 Corintios 1, 26-31: La asamblea cristiana recuerda muchas veces al «resto de Israel», porque en ella abundan los pobres y la gente que no importa al mundo. así debe mostrarse la fuerza salvadora de Cristo.

Otro comentario al evangelio del domingo

Lecturas:

Is 49, 3. 5-6. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación.

Sal 39, 2.4.7-10. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

1 Co 1, 1-3. A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Jn 1, 29-43. Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

El pasado domingo comenzó el tiempo ordinario del Año litúrgico. La belleza de este tiempo está en el hecho de que te invita a vivir la vida ordinaria como un camino de santidad, de fe y de amistad con Jesús, el Maestro y el Señor.

En estos primeros domingos, antes de la Cuaresma, vamos a ir descubriendo que ser cristiano no es un moralismo, sino seguir a Jesús y, por tanto, vamos a ir viendo las actitudes fundamentales del discípulo, como preparación para poder escuchar y acoger toda la predicación de Jesús.

Ser cristiano no es un moralismo ni una ideología o una filosofía, sino que hay que nacer de nuevo, nacer de agua y de Espíritu (cf. Jn 3, 3-5), y *entrar a formar parte de una nueva familia: la Iglesia, la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen; con unos hermanos concretos que el Señor te ha regalado para caminar juntos hacia la meta del cielo.
Lo hemos cantado en el Aleluya: El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.

Ser cristiano es vivir la vida como un encuentro personal con Jesucristo vivo y resucitado. Es haber descubierto que Dios te ama gratuitamente, que te ha creado por amor y te invita a vivir una vida de amistad y relación personal con Él.

Y el ser discípulo se manifiesta en vivir cumpliendo la voluntad del Padre. Este es el culto de la Nueva Alianza, lo hemos cantado en el Salmo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído… Aquí estoy para hacer tu voluntad.

Si le abres el corazón al Señor y te dejas llenar por el Espíritu Santo, también tú gozarás de la presencia del Espíritu Santo, que lo hace todo nuevo: Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo.

El camino del cristiano es aceptar a Cristo como la luz que puede iluminar tu vida, tu historia, tus actitudes, tus obras; y, con esa luz de Cristo en tu corazón, dejar que Cristo vaya construyendo nuestra vida como Él quiere, ir viviendo la vocación a la santidad. El Señor te invita a seguirle, a ser santo, ¿te atreves? ¿O tal vez tienes “miedo” de que el Señor cambie “demasiado” tu vida?

¡Ánimo! Dios te ama más que nadie. Dios quiere que seas feliz. Dios ha venido a salvarte a ti, a darte la vida. Él te muestra su amor cada día, Él quiere ser tu luz, tu paz, tu descanso. ¡Lánzate a la aventura de la fe! ¡Ponte en las manos de Dios! ¡Deja que Él lleve tu vida y que la lleve por donde Él quiera llevarla! ¡Confía en el Señor: nadie te ama como Él!

El Señor te invita a seguirle, a ser santo, ¿te atreves?

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

Otro comentario al evangelio del domingo

Mt 1, 29-34. “Este es el Hijo de Dios”. Juan el Bautista cumple con su misión, es dócil a la voluntad de Dios. El Señor lo ha enviado a bautizar con agua, para preparar a Israel a la venida del Mesías. Además tiene la tarea de reconocerlo, cuando vea bajar el Espíritu Santo sobre Él. Su misión es dar testimonio y señalar su presencia. Lo revela como Cordero de Dios, anunciando su futura condición de víctima ofrecida para nuestra salvación. También da testimonio de que es el Hijo de Dios. A nosotros nos toca acoger ese testimonio y reconocer en Jesús al Hijo amado del Padre, que va a entregarse para rescatar a la humanidad caída. Estamos llamados a seguirle como discípulos, aprendiendo de Él y también a ser nosotros testigos de esta presencia del Señor ante el mundo, que no lo reconoce o no descubre su presencia.

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